La homilía del arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva, en la misa de San Cayetano, concentró como pocas veces las críticas que la Iglesia Católica viene formulando contra el Gobierno. Fue un discurso pastoral, pero con un fuerte contenido político, que apuntó al impacto social y económico de las medidas oficiales.

Sin mencionar al presidente Javier Milei, García Cuerva habló de jubilados, personas con discapacidad, desocupados y excluidos, y denunció “niveles de agresión y crueldad” en la vida pública. Pidió “hacer de la Argentina una casa de reconciliación” y “bajar los niveles de indiferencia, individualismo y crueldad”.

ÚNETE A NUESTRO X 

👉 https://x.com/nce_oficial 

Ofrecemos lo más relevante en noticias. 

Las expresiones se suman a una serie de pronunciamientos de la Conferencia Episcopal Argentina, que preside el arzobispo de Mendoza, Marcelo Colombo, y que ha cuestionado la baja de la edad de imputabilidad, el cierre de organismos públicos, la represión en protestas de jubilados, el retiro del Estado en villas y la desarticulación de programas sociales como el FISU.

La estrategia eclesial se centra en mantener presencia en temas concretos que afectan la vida cotidiana, sin confrontar directamente con Milei. Entre los ejes figuran el financiamiento del Hospital Garrahan, la situación de los jubilados, la atención a personas con discapacidad y el derecho a protestar.

La relación con la Casa Rosada es distante. El presidente no recibió a las autoridades de la Conferencia Episcopal desde su asunción, y el vínculo se limita a la Secretaría de Culto y a gestiones locales de obispos con intendentes. “Rosca política no hay”, remarcan en ámbitos eclesiásticos.

El Episcopado también alerta sobre el tono del debate público, marcado por la confrontación. En ese contexto, García Cuerva llamó desde el templo de Liniers a “salir del chiquero de la descalificación” y advirtió sobre el riesgo de que el ajuste sea la única política pública.

Durante el año, la Iglesia recibió a sectores en conflicto con el Gobierno, en encuentros públicos y reservados, donde se repitió la percepción de maltrato e indiferencia. Sin embargo, ratificó que mantendrá su histórica prescindencia electoral, limitándose a acompañar, escuchar y marcar desigualdades, sin involucrarse en la disputa por el poder.