La desaceleración de la inflación en mayo —con un alza del 1,5% del IPC, según el INDEC— no alcanza para mejorar la vida cotidiana. Lejos de ser motivo de festejo, la caída abrupta del consumo revela el costo social del programa económico del gobierno de Javier Milei, cuyo principal ancla antiinflacionaria es el congelamiento de los salarios. La contracara: menos alimentos en las mesas argentinas.

De acuerdo con el último informe de la consultora Focus Market, el consumo masivo cayó 3,2% en mayo respecto a abril, y un 1% interanual. La baja se profundizó en productos esenciales como los alimentos, en un contexto en el que, si bien los precios de ese rubro subieron solo 0,5%, las familias recortan lo básico para llegar a fin de mes.

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“La baja de la inflación no es suficiente para reactivar el consumo. El daño al poder adquisitivo fue profundo. Hoy el miedo no es a que suban los precios, sino a no poder administrar el ingreso hasta fin de mes”, explicó Damián Di Pace, director de Focus Market.

El derrumbe del consumo se sintió con mayor fuerza en el interior del país, donde la baja fue del 4,1%, con una facturación que retrocedió 2,7%. En el Área Metropolitana, en cambio, el consumo cayó 1,5%, con facturación estable. Todos los formatos comerciales mostraron números negativos: desde autoservicios pequeños (-4,2%) hasta tiendas independientes (-2,1%), con tickets promedio cada vez más bajos.

En paralelo, un informe de la CAME confirmó la tendencia: el consumo de alimentos y bebidas se hundió un 7,6% en mayo, seguido por otros rubros sensibles como ferretería y materiales de construcción (-2,6%), indumentaria (-1,6%) y calzado (-0,5%).

El escenario, para los analistas, es claro: el freno a la inflación se sostiene sobre un ajuste feroz del poder de compra de la población. Según Focus Market, tras una pérdida del 1,9% real del salario entre enero y abril, mayo apenas habría sido “neutro o ligeramente positivo” gracias a algunas paritarias, aunque el gobierno ya dejó en claro que continuará reforzando el ancla salarial. Así, la posibilidad de una verdadera recuperación del ingreso es, por ahora, muy limitada.

Por otro lado, la consultora Vectorial advirtió que la desinflación dependerá de mantener tarifas de servicios congeladas y un consumo deprimido. Esto pone en duda la sostenibilidad del actual sendero de precios, especialmente de cara a un segundo semestre con menos ingreso de divisas y alta inercia inflacionaria.

Mientras tanto, las góndolas de los supermercados reflejan una paradoja: hay productos que no aumentan, pero tampoco se venden. Una postal inquietante de una economía donde el ajuste pasa —y fuerte— por el plato.