Julio Cortázar escribió en 1963 Rayuela, una novela que provocó una verdadera revolución en la literatura argentina de entonces; fue un verdadero fenómeno que interpretaba a la perfección el aire de una época e introducía una cantidad de innovaciones en el aspecto formal. Pero en Rayuela hay un personaje que ha sobrevivido indemne al paso del tiempo, conservando todo su encanto y misterio, es el personaje de La Maga.

Laura Thomas escribe aquí sobre la búsqueda de la Maga, como si aún ella estuviera esperándonos, como la ilusión, en un puente sobre el Sena. 

Una ilusión

Este es mi primer viaje a Europa.

Mochilero y trotamundos. Hostales, albergues.

Finalmente ¡Paris!

Con todo lo que significa para un bohemio de alma.

Callecitas, puentes, el Sena, Montmartre 

Cuántos años soñando con venir, cantando la Boheme a voz en cuello.

Y hoy estoy aquí. Camino con mi mochila a la espalda, soñando. Sé que a Julio Cortázar no lo voy a encontrar, pero a la Maga, a ella sí, es eterna, es inmortal.

La Maga es París, París es la Maga, por más que no haya nacido aquí.

La respiro en el aire, dedico el día a buscarla. Creo verla en cada mujer. Esa que posa para un pintor, aquella que se asoma al río, la que carga un gran paquete, ¿Será el oso de peluche?

Pero no. No son ella. 

Claro que deseo recorrer al viejo continente, pero primero mi misión es encontrar a la Maga.

Y exploro por los puentes, por las callecitas estrechas, por las grandes avenidas.

Subo a la confitería de la torre Eiffel pensando en la película “Algo para recordar”. Quizás el azahar nos una en las alturas. 

No está.

La busco bajo el Arco de Triunfo, camino por los Campos Elíseos, y no está.

Las farolas de la ciudad luz se van encendiendo, cae la noche.

Me siento a la mesa de un café y mientras bebo observo a la gente que se mueve de prisa yendo quien sabe dónde. En grupos, en parejas, dialogando casi todos felices. Es París.

Entonces la veo, pequeña, la mirada lejana, perdida entre la multitud.

Corro para alcanzarla, pero ya no está.

Se esfuma en la niebla de la ciudad, esa bruma que la protege, que la guarda.

Mi Maga.

¿Mañana te encontraré?

LAURA THOMAS