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19 de junio de 2025

Estiman que para 2045 los casos de cáncer de riñón aumentarán en la Argentina más del 50%

Por: Carlos Rodriguez

De acuerdo con proyecciones de la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer, en dos décadas la Argentina tendrá un 56,1% más de casos de cáncer de riñón. En el marco del Día Mundial del Cáncer Renal, los especialistas destacan la importancia de la prevención de una enfermedad que, detectada a tiempo, puede tratarse con un pronóstico favorable.

Según el Observatorio Global del Cáncer (GLOBOCAN), en el ranking de incidencia el cáncer de riñón está en el puesto 14°, mientras que en el de mortalidad está en el 16°. A pesar de no ser uno de los tipos de cáncer más prevalentes, la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC) ha advertido sobre el aumento de casos en todo el mundo. En Argentina, el organismo internacional proyectó que los casos subirán en 2045 un 56.1%. Sin embargo, en el marco del Día Mundial del Cáncer Renal, los especialistas afirman que la prevención y la detección temprana son fundamentales para el éxito de su tratamiento.

Las causas del cáncer renal se relacionan principalmente con alteraciones en el material genético de las células del riñón, que pueden ser hereditarias o adquiridas a lo largo de la vida. Estas últimas son las que se dan en la mayoría de los casos y se deben a factores como el tabaquismo, la exposición a sustancias químicas o la obesidad, que pueden dañar el ADN de las células del riñón y alterar el funcionamiento de genes que normalmente regulan el crecimiento y la muerte celular y, en consecuencia, favorecen el desarrollo de tumores. Por eso, “dejar de fumar, hacer ejercicio regularmente, mantener una alimentación saludable, controlar la presión arterial y evitar la exposición laboral a sustancias tóxicas como el tricloroetileno son medidas clave de prevención”, explica Gabriela Bugarín (MN 71988), directora médica de Oncología del laboratorio MSD .

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El cáncer de riñón se clasifica en diferentes estadios, que van del I al IV, según el tamaño del tumor y el grado en que se ha extendido. En los más tempranos, el tumor suele estar limitado al riñón. A medida que avanza, puede comprometer vasos sanguíneos cercanos, ganglios linfáticos y, en los casos más graves, llegar a otros órganos como los pulmones o los huesos.  

“Uno de los principales desafíos del cáncer renal es que no suele presentar síntomas en sus primeras fases. Al estar ubicado en una zona profunda del cuerpo, los tumores pequeños no pueden detectarse con un examen físico. A menudo el diagnóstico llega por casualidad, a partir de imágenes solicitadas por otros motivos. Por eso, es fundamental hacerse controles periódicos, en especial quienes tienen antecedentes familiares, enfermedades hereditarias o problemas renales crónicos. Ellos son los primeros que deben someterse regularmente a exámenes como: ecografías, tomografías o resonancias”, agrega Bugarín.

Los síntomas suelen aparecer cuando los tumores progresan. En esos estadios superiores pueden manifestarse síntomas como: sangre en la orina (hematuria), dolor persistente en un costado de la espalda baja, una masa palpable en esa zona, fatiga, pérdida del apetito, adelgazamiento involuntario, fiebre prolongada sin causa aparente y anemia.

El tratamiento del cáncer de riñón varía según el estadio de la enfermedad, el estado de salud del paciente y el tipo de tumor. En los estadios iniciales, la cirugía suele ser la primera opción, aunque también existen otras alternativas como la ablación con calor o frío, la radioterapia o, en ciertos casos, simplemente mantener una vigilancia activa. Estas estrategias actúan directamente sobre el tumor y no afectan al resto del cuerpo.

Cuando el cáncer está más avanzado y se ha diseminado a otras partes del cuerpo, se recurre a tratamientos que actúan a nivel general, tales como: la inmunoterapia, las terapias dirigidas o, en algunos casos, la quimioterapia. Por otro lado, en los casos en los que no es posible eliminar por completo el tumor, los médicos buscan alternativas para aliviar síntomas como el dolor y mejorar la calidad de vida de la persona.

Como afirma Bugarín, “la medicina ha avanzado de forma significativa y afortunadamente hoy más del 50% de los pacientes con cáncer renal en el primer estadio pueden curarse. Sin embargo, ese valor cae drásticamente cuando la enfermedad se detecta en estadios avanzados”. Según datos del Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos, la tasa relativa de supervivencia a cinco años para el cáncer de riñón localizado —es decir, cuando no se ha diseminado fuera del órgano— alcanza el 93%. Ahora, esta cifra desciende al 75% cuando se ha propagado a estructuras o ganglios linfáticos cercanos, y al 18% al hacer metástasis en órganos distantes como pulmones, huesos o cerebro.

“Actuar a tiempo y hacerse controles preventivos sigue siendo la mejor herramienta para superar esta enfermedad”, concluye Bugarín. De hecho, en los últimos años la incidencia de cáncer renal ha ido en aumento, impulsado en parte por el mayor uso de estudios por imágenes como la tomografía computada, que permite detectar tumores que antes eran imposibles de identificar. En consecuencia, las tasas de mortalidad han registrado un descenso sostenido, lo cual, en el Día Mundial del Cáncer Renal, es un dato para destacar.

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