ECONOMíA
16 de junio de 2025
El salario real volvió a caer en abril

Los ingresos formales privados sumaron su tercera baja consecutiva. La caída salarial se combina con destrucción de empleo y pone en jaque el relato oficial de recuperación.
Mientras el Gobierno celebraba la inflación de mayo por debajo del 2%, el panorama salarial mostró un signo opuesto. Según datos oficiales de la Secretaría de Trabajo, en abril los ingresos del sector privado registrado cayeron por tercer mes consecutivo, un 1,6% en relación a marzo. Así, los salarios reales volvieron a ubicarse por debajo del nivel de noviembre de 2023, desdibujando por completo el ciclo de leve recuperación que había comenzado en la segunda mitad de 2024.
No se trata de estimaciones privadas: el informe mensual de empleo registrado del propio Ministerio de Capital Humano indica que en marzo los sueldos reales ya habían retrocedido un 2,5%, la mayor baja desde diciembre del año pasado. El deterioro se da además en un contexto de contracción del empleo formal, que cayó 0,1% ese mismo mes.
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Entre las causas, los especialistas apuntan a la imposición de techos paritarios de apenas 1% mensual, política que frenó aumentos y limitó acuerdos como el del gremio de Comercio. “La reducción del salario real que se registró desde febrero no puede disociarse de los efectos de la corrida cambiaria que derivó en el acuerdo con el FMI”, explicó Pablo Manzanelli, del CIFRA-CTA.
Aunque algunos gremios, como aceiteros o la UOM, lograron romper ese techo, el efecto general fue de contención de ingresos. Esa misma represión salarial es la que, según los economistas, ayudó a que la inflación descendiera a 1,5% en mayo, pero a costa de un fuerte deterioro del poder adquisitivo.
“El salario real se estabilizará, pero sin margen para recuperar lo perdido”, advirtió Luis Campos, del Observatorio del Derecho Social. Según Manzanelli, “es poco probable que haya recomposición”, dado que el freno inflacionario se sostiene, en buena parte, por la falta de ingresos para empujar el consumo. Así, el modelo Milei comienza a mostrar sus límites: inflación más baja, pero con salarios más pobres y empleo en caída.
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