Los incendios en El Bolsón y sus alrededores han dejado un saldo devastador con más de 300 viviendas y talleres destruidos, pero en medio del desastre ambiental, la situación se agravó con la violencia desatada en la localidad. La detención de tres personas acusadas de iniciar el fuego generó una ola de protestas en la comunidad, que asegura que los detenidos son inocentes y que incluso habían estado colaborando en la lucha contra las llamas.

El gobernador de Río Negro, Alberto Weretilneck, anunció las detenciones en la zona de Warthon, lo que motivó la manifestación espontánea de vecinos frente a la comisaría local. La protesta fue violentamente reprimida por un grupo de hombres a caballo, armados con rebenques y fustas, en lo que testigos describieron como una acción de una "patota parapolicial" vinculada al empresario Joe Lewis y al municipio.

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La brutalidad de las agresiones quedó registrada en videos que circularon en redes sociales. En uno de ellos, se escucha a un hombre identificado por los vecinos como Víctor Hugo Araneda decir: "Vienen a hacer mierda todo, ¿no? ¿Te pensás que les tengo miedo?" antes de atacar a los manifestantes. Según denunciaron, la policía local no intervino para frenar la violencia.

Desde la comunidad mapuche y organizaciones de derechos humanos advirtieron sobre la estigmatización que recae sobre ellos en el discurso oficial. "Acusan al pueblo mapuche como incendiario y generan un relato de odio que prende en medio de la angustia y el humo", señaló Soraya Maicoño, vecina de la zona.

El Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) repudió los hechos y exigió la liberación de los tres detenidos. "En la Patagonia, el fuego y el miedo se extienden. Detuvieron a tres brigadistas falsamente acusados de provocar incendios. Mientras tanto, grupos racistas violentos hostigan a quienes protestan contra las detenciones arbitrarias", señalaron en un comunicado.

Brigadistas precarizados y una comunidad que se organiza

Mientras el fuego avanza sin control, los brigadistas denuncian la falta de recursos y la precarización laboral. "Muchos fueron despedidos en diciembre y los volvieron a contratar solo por tres meses debido a los incendios. En marzo, se quedarán sin trabajo", relató Maicoño. La asistencia a los combatientes del fuego proviene, en su mayoría, de la solidaridad de los vecinos, quienes organizan viandas y aportan recursos de sus propios bolsillos.

Manuel De Lucía, poblador de Mallín Ahogado, contó que su chacra se quemó en un 90% y que la zona se ha convertido en una base operativa para los brigadistas. "Estamos bombeando agua del Río Azul y reabasteciendo a las camionetas que trabajan en el incendio. Nos ha cambiado la vida y nos puso en un impasse muy complejo", relató.

Desde la comunidad local denuncian que la falta de prevención y respuestas oficiales agrava la situación. "Esto era predecible o, al menos, podría haber tenido un menor impacto", aseguró De Lucía.

En un clima de tensión creciente, los vecinos continúan movilizándose para exigir respuestas, mientras el fuego sigue devorando la Patagonia.