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21 de octubre de 2025

"Vivimos en cajas de cemento con aire acondicionado": el desperdicio energético que cuesta hasta 70% más en las facturas

Por: Carlos Rodriguez

Cada 21 de octubre, el mundo conmemora el Día Mundial del Ahorro de Energía, una fecha establecida en 2012 por el Foro Energético Mundial para promover el uso consciente y responsable de los recursos energéticos. En Argentina, donde el consumo energético residencial y edilicio representa una porción significativa de la demanda nacional, esta jornada invita a reflexionar sobre las estrategias más efectivas para reducir el derroche energético.

El consumo de energía en los hogares y edificios argentinos revela una paradoja preocupante: mientras las familias destinan una parte importante de sus ingresos a pagar servicios de electricidad y gas, gran parte de esa energía se desperdicia por la falta de una adecuada aislación térmica. Según datos del CONICET, el sector edilicio es responsable de aproximadamente el 40% del consumo de energía de la matriz nacional y del 37% de las emisiones de dióxido de carbono (CO2). La climatización —tanto calefacción en invierno como refrigeración en verano— representa el principal componente de este consumo.

La Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares (ENGHo) 2017-2018 del INDEC revela que el 84,8% de los hogares argentinos utiliza algún tipo de equipamiento para refrigerar ambientes, mientras que el 77,9% emplea sistemas de calefacción. Estos datos evidencian una alta dependencia de artefactos eléctricos y a gas que, en muchos casos, trabajan de forma ineficiente debido a la deficiente envolvente térmica de las construcciones.

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"Las casas argentinas se construyen sin aislamiento térmico, se podría decir que estamos viviendo en cajas de cemento con aire acondicionado", afirma Javier Maltz, presidente de Andima (Asociación Nacional de Industrias de Materiales Aislantes- Lana de Vidrio, el Poliestireno expandido y el Poliuretano),  “Esta realidad se traduce en un círculo vicioso: viviendas no aisladas obligan a los sistemas de climatización a trabajar de manera continua e ineficiente, disparando el consumo energético y las facturas de servicios, sin lograr necesariamente el confort térmico deseado”, agrega.

Contrario a la percepción común, implementar una aislación térmica eficiente no requiere inversiones prohibitivas. Según Andima, aislar térmicamente paredes, techos y pisos se traduce en un ahorro de hasta un 70% en las facturas de luz y gas y puede disminuir el consumo de energía para calefacción y refrigeración hasta en un 35%.

El costo de esta inversión es relativamente accesible. Mejorar la calidad térmica de una vivienda nueva implica un incremento de apenas entre el 1% y el 1,5% sobre el costo total de construcción. Este tipo de inversión se amortiza rápidamente a través del ahorro en las facturas de energía, generando un retorno económico sostenido en el tiempo. Estudios internacionales demuestran que por cada $1 dólar invertido en aislación térmica, se obtiene un retorno de $2.51 dólares en ahorros energéticos y mejoras en el valor de la propiedad.

Argentina cuenta con herramientas normativas que promueven la eficiencia energética en la construcción. “Desde 2010, la Norma IRAM 11.900 establece un sistema de etiquetado de eficiencia energética para la envolvente de las viviendas, permitiendo a los habitantes conocer el desempeño térmico de una propiedad antes de adquirirla o alquilarla. Si bien su aplicación es aún voluntaria, representa un avance importante hacia la transparencia y la toma de decisiones informadas”, comenta Maltz.

Sin embargo, la normativa por sí sola no es suficiente. Es fundamental que tanto el sector público como el privado, junto a la ciudadanía, comprendan que el ahorro de energía no implica privaciones ni sacrificios en el confort. Por el contrario, una vivienda bien aislada ofrece mayor confort térmico, menores costos operativos y un menor impacto ambiental.

La aislación térmica eficiente no solo reduce las facturas de energía de las familias, sino que también alivia la presión sobre la matriz energética nacional, disminuye las emisiones de gases de efecto invernadero y contribuye a la seguridad energética del país.

Invertir en edificios y viviendas con criterios de eficiencia energética es invertir en un futuro más sostenible, más económico y más confortable para todos los argentinos. El ahorro de energía comienza por construir mejor.

 

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