Miércoles 5 de Febrero de 2025

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RINCóN LITERARIO

22 de diciembre de 2024

MENTORES FANTASMAS

Escribió la escritora estadounidense Siri Husvedt en uno de sus últimos ensayos, recientemente publicado, que los seres humanos se relacionan con los libros, en particular con las novelas, con una intimidad que no se aplica a los demás objetos inanimados. Para dar cuenta de la verdad de esta aseveración, Lorena Ravlic rinde tributo a una inolvidable novela de su infancia: Papaíto Piernas Largas, de la escritora Jean Webster.

Martes 10. 

¡¡Llegué!! la dirección era la indicada. Bajé de mi escarabajo algo emocionada, el lugar era tal cual ella lo describió en su miércoles negro.

Toqué la campana debajo del letrero que anunciaba: Asilo de Huérfanos John Grier, y esperé con las manos enroscadas mientras escuchaba las risas y gritos de decenas de niños. Una mujer entrada en años y con nariz respingona me recibió. Le pregunté por la señora Lippett. Asombrada, ella abrió sus ojos claros e hizo la cabeza para atrás. ¡¡ Yo pensé que se desmayaba!! Me contó que hacía mucho que nadie la nombraba, se había jubilado hacía tiempo y ya nadie sabía de ella. Me entristeció, pues la información que buscaba, quizás pudiesen dármela, pero ya no podría conocer a la administradora del orfanato para hacerle las preguntas del cuestionario que tenía preparadas

Por suerte, salí de allí con una dirección y un teléfono en un papel rasgado a mano. 

Cuando tenga más novedades, te vuelvo a escribir.

 

Miércoles 11. 10 am.

Ayer me alojé en un pequeño hotelito a las afueras del pueblo. Me recomendaron que tome el tren, de camino a la Universidad, porque la ruta no es muy segura, Escribo estas líneas desde la comodidad del camarote, son 4 horas de viaje. Aprovecho para leer su último libro.

 

Miércoles 11. 15 horas.

Llegué a la Universidad. Es como la había imaginado: majestuosa. En mi papel rasgado tengo el aula y el horario donde ella da sus clases de Literatura. Deséame suerte.

 

Jueves 12.

No pude escribirte antes, estaba exhausta. La conocí, la vi, escuché su voz. 

Llegué temprano al aula y me senté en una fila bien atrás. Ella traspasó la puerta, sencilla, risueña, con buen humor. Con un par de chistes comenzó la clase de Literatura Inglesa. Como es su costumbre, hizo un dibujo infantil en la pizarra intentando dar un ejemplo de algo.

 En un momento me miró y toda la alegría, la tristeza y la melancolía preadolescente con la que había leído aquellas cartas me embargó. Volvieron a mí todas esas emociones de las muchas veces que ella estuvo presente en mi vida sin saberlo. 

Al finalizar la clase, se quedó ordenando algunos papeles en el escritorio. Pasé a su lado sin animarme a contarle lo mucho que había significado en mi vida en esos momentos en que me sentía sola y desamparada como ella en la torre, y volvía a esas páginas en donde Jerusha se convertía en Judy Abbott, y en donde Judy Abbott se convertía en Judy Pendleton.

 Al salir, volteé la cabeza para verla por última vez, y ella vio que en mis manos tenía el libro que estaba leyendo. ¿Te lo firmo? ─me dijo sonriendo. Me acerqué temblando con el libro.  Ella lo abrió suavemente, y escribió algo en la página del título. lo cerró y me lo entregó. Salí con el corazón cabalgando dentro mío. Cuando llegué a la salida, lo abrí.

 Una firma clara remataba estas líneas: Nunca te olvides de tus sueños, sé tu propia Papaíto.

                                                                                                                           

LORENA RAVLIC

 

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