Invitación

He sido cordialmente invitada a formar parte deL realismo visceral. Por supuesto acepté. No hubo ceremonia de iniciación, mejor así. (Roberto Bolaño, Los detectives salvajes)

La oscuridad de la noche se cernía sobre mí mientras cruzaba el umbral de la vieja mansión. Cada paso que daba resonaba en el vacío, y el aire estaba cargado de una presencia que me erizaba la piel. No sabía que me esperaba, pero algo en mi interior me decía que no había vuelta atrás. La realidad se distorsionaba y pronto descubriría que los horrores más profundos no siempre se esconden entre las sombras.

Al avanzar por el pasillo, las paredes parecían cerrarse sobre mí. Los cuadros antiguos, torcidos, con sus ojos pintados, seguían cada uno de mis movimientos. Llegué a una puerta al final de corredor, una puerta que parecía respirar, como si tuviera vida propia. La abrí con cautela y el chirrido de las bisagras resonó en el silencio. Dentro la habitación estaba iluminada por una tenue luz roja. En el centro, un circulo de velas rodeaba un antiguo libro abierto. 

Me acerqué sintiendo una atracción inexplicable hacia las páginas amarillentas; al leer las primeras líneas, una sensación de frío recorrió mi columna:

“Bienvenida al realismo visceral. Acá los límites entre la realidad y la pesadilla se desvanecen. Lo que ves, lo que sentís, es solo es el comienzo”

De repente, las velas se apagaron y la habitación quedó sumida en la oscuridad. Sentí una presencia detrás de mí, una respiración helada en mi cuello. Giré rápidamente pero no había nadie. El miedo se apoderó de mí, pero también una extraña determinación. Sabía que debía permanecer, fuera lo que fuera que habitaba en esa mansión.

Con el libro en mis manos, comencé a recitar las palabras escritas en un idioma antiguo. La habitación vibró y una figura espectral emergió de las sombras, sus ojos me miraban fijamente y su voz resonó en mi mente:

- Has aceptado la invitación. Ahora debes enfrentar tus peores miedos.

El suelo bajo mis pies comenzó a temblar, y la realidad se desmoronó a mi alrededor. Estaba atrapada en un mundo donde las pesadillas cobraban vida. Y solo mi valentía podría salvarme.

PAZ GUEVARA