Hace 2000 años, el historiador y filósofo griego Plutarco escribió un gran libro: Vidas paralelas, donde oponía un personaje griego a otro romano con el propósito manifiesto de revelar la naturaleza moral del ser humano antes que el de dar cuenta de los sucesos políticos de su época. Alicia Alvarez opone dos mujeres, absolutamente contemporáneas, que atravesaron el siglo XX y vivieron en ciudad de Buenos Aires, y logra, en la brevedad de su texto, extraer el carácter y la voluntad de sus retratadas.

Vidas paralelas

Laura Ana Merello, Tita, nació en un conventillo de San Telmo, en Buenos Aires, en el mes de octubre de 1904. A los pocos meses, murió supadre. La madre no pudo mantenerla y la mandó a un asilo. Tita nunca recibió educación formal, y pasó por distintos trabajos desde muy joven para poder subsistir. En 1917 entró en una compañía de teatro como bataclana, tenía aptitudes para el canto y así empezó su carrera. 

Florinda Romoli, nació en Maseratta, un pueblo de la región de Le Marche, en  Italia, el 1 de Diciembre del mismo año. Era la mayor en una familia de seis hermanos. Cuando tenía nueve meses, debido a la grave crisis que se vivía en el país, junto a su madre viajó en barco a Buenos Aires, donde su padre las estaba esperando. No pudo completar la escuela primaria, a pesar de que tenía buenas condiciones para el estudio, porque debió ayudar a criar a sus hermanos más pequeños. A los 20 años conoció a quien fue su esposo y se casaron un tiempo después. Vivieron en Buenos Aires, en el barrio de Mataderos, donde nació su único hijo. 

Ambas mujeres vivieron en la sociedad porteña, contradictoria y violenta de los años 30. Década de luchas sociales y gobiernos militares. Las crisis económicas las atravesaron, teniendo que sobrellevar etapas de grandes dificultades y restricciones. Mientras Florinda tuvo un hogar sencillo, como ama de casa, cosiendo pantalones por encargo, cuidando a su familia, a sus hermanas enfermas y a su madre en la vejez, Tita fue una mujer fuerte y batalladora que se abrió camino en el ambiente artístico por demás competitivo, y nunca se casó, aunque tuvo un amor frustrado con el actor Luis Sandrini. Se destacó como actriz, y llegó a protagonizar muchas películas, dirigidas por grandes directores. Vivió sola casi toda su vida y fue muy querida por el público. Murió a los 98 años.

Florinda escuchaba a su cantante favorita en la radio de la cocina mientras amasaba capelletis para las grandes reuniones de familia. En el año 48, para celebrar un aniversario de casada junto a su marido, fueron al teatro a ver la obra Filomena Marturano, donde Tita se destacaba como protagonista. 

Los últimos años de su vida, Florinda vivió con sus hermanos, en la casa paterna. Soportó el dolor de perder a su hijo y a su nuera. Tuvo un nieto y dos bisnietos. Murió en Buenos Aires a los 97 años, en 2001, apenas un año antes que su admirada Tita. La recordada abuela Flori fue la abuela de mi esposo.
                                                                                           

ALICIA ALVAREZ