En la madrugada de este jueves, pasadas las 3, llegó al aeropuerto internacional de Ezeiza un vuelo de la empresa Omni Air International con diez argentinos deportados de Estados Unidos. La operación, realizada en secreto por la Casa Rosada, se enmarca en la política antiinmigratoria endurecida tras el regreso de Donald Trump a la presidencia.

La aeronave, contratada por el gobierno norteamericano, venía de Bogotá y Belo Horizonte, donde había dejado a otros migrantes deportados. Aunque tenía capacidad para 247 pasajeros, no se informó cuántos viajaban a bordo.

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A la llegada, familiares esperaban a los argentinos expulsados, quienes narraron a los medios su experiencia. Mario Luciano Robles, de 25 años, contó que fue detenido en Texas tras cruzar desde México: “No somos criminales, no matamos ni violamos, solo vamos por el sueño americano”, expresó, visiblemente afectado por haber quedado separado de su esposa y su hijo.

Otro de los repatriados, Maximiliano García, relató que vivía en EE.UU. desde 2001, con permiso de trabajo y seguro social. Fue arrestado en Miami mientras realizaba un trámite migratorio, cuando las autoridades le notificaron una orden de deportación pendiente desde 2015 de la que aseguró “nunca me avisaron”. “Es notable el odio y el racismo del gobierno de Trump. Nos tratan como criminales”, dijo entre lágrimas, al recordar que su esposa y sus dos hijos quedaron en Florida.

Pese al hermetismo del gobierno de Javier Milei, que evitó pronunciarse sobre el operativo para no tensar su alineamiento con Trump, la noticia trascendió y generó conmoción por las familias partidas y la crudeza del relato de los deportados.