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11 de julio de 2024

Las chicas del radio

Por: Francisco Álvarez (El Recopilador)

Historias cercanas.
Halladas a la vuelta de una esquina.

La historia comienza en 1898, cuando el mundo científico se vio revolucionado por el descubrimiento del radio a cargo de los célebres Marie y Pierre Curie. Este hallazgo, aunque inicialmente aclamado por sus potenciales aplicaciones, marcaría el inicio de una historia trágica y poco conocida:  la de “Las Chicas del radio".

Un elemento con un lado oscuro
En 1902, el matrimonio Curie proporcionó muestras de ‘sales de radio’ al ingeniero William Joseph Hammer, quien, fascinado por las propiedades luminiscentes del elemento, impulsó su uso en diversos productos, incluyendo la pintura para esferas de relojes.
El Ingeniero y empresario estadounidense, no solo fue un gran promotor del radio a principios del siglo XX, sino que también impulsó su uso en diversas aplicaciones. Su fascinación por este elemento radiactivo se basó en sus propiedades únicas:

-El radio emitía una luz brillante y duradera en la oscuridad, lo que lo convertía en un material ideal para la elaboración de objetos decorativos y de señalización. Era especialmente útil para los militares y los trabajadores nocturnos.

-Se creía que el radio podía tener efectos positivos en la salud, por lo que se utilizaba en el tratamiento de diversas enfermedades, como la artritis y el cáncer.

-Se utilizaba en cremas, lociones, tónicos y otros productos con fines terapéuticos, aunque sin un conocimiento real de sus efectos a largo plazo.

-Algunos cosméticos, como cremas faciales y polvos, incorporaban radio en su composición, promocionando una falsa imagen de juventud y belleza.

-Se empleaba en radiografías, para detectar defectos en materiales, e incluso en la fabricación de agua tónica radiactiva.

Se trata de un metal blando, plateado y brillante.
El radio-223, uno de sus isótopos, es utilizado para
tratar el cáncer de próstata extendido a los huesos.

Falta de conocimiento sobre los riesgos
Es importante destacar que, en la época de Hammer, no se conocían los riesgos para la salud asociados a la exposición al radio. La comunidad científica aún no había descubierto los efectos nocivos de la radiación ionizante, por lo que el uso del radio se consideraba seguro.
El ingeniero William Joseph Hammer, en su afán por aprovechar las propiedades del radio, ideó una mezcla revolucionaria. Unió sales de radio con pegamento y sulfuro de zinc, dando origen a una pintura excepcional:  una que brillaba en la oscuridad.

Las "Chicas del radio":  un trabajo en la sombra
La ‘United States Radium Corporation’  reclutó a muchas mujeres jóvenes para realizar la tarea de pintar los relojes, pues eran más habilidosas y sus salarios eran más bajos que los de los hombres. Miles de mujeres, en su mayoría de bajos recursos, encontraron empleo en las fábricas que producían estos relojes y debían usar esta “maravillosa” pintura. 

Las empleadas debían poner la punta del pincel entre
los labios y mojarla con la lengua para humedecerla y afilarla,
implicando ello la ingesta accidental del material radiactivo.

"Confeccionaban más de 200 relojes al día y con cada pincelada en la boca, tragaban sin querer un poco de radio". Sin embargo, mientras ellas se contaminaban, los químicos que manipulaban la pintura llamada Undark, en otro lugar de la fábrica, lo hacían protegidos con guantes, pinzas, mascarillas y pantallas de plomo.
Las chicas del radio, convencidas de su seguridad, pintaban sus uñas, dientes o rostros con la pintura, solo por divertirse y sorprender algún amigo en la oscuridad. Ignorando los riesgos para su salud, las chicas se enfrentaron a terribles consecuencias:  necrosis ósea, anemia, deformidades y, en muchos casos, la muerte.
Y aunque la ‘United States Radium Corporation’ conocía los efectos nocivos de la pintura, nunca informó a sus empleadas sobre el riesgo.

La lucha por la justicia y la verdad
En poco tiempo las mujeres comenzaron a sufrir anemia y fracturas maxilofaciales, pérdida de piezas dentales, fracturas óseas aún con golpes leves, problemas de coagulación y cáncer.
Las empresas que las empleaban negaron rotundamente los riesgos de la exposición al radio. Incluso, tildaron las enfermedades de las mujeres como sífilis, buscando desviar la culpa y evitar responsabilidades.

Mujer afectada con deformaciones en su rostro.

A pesar de la adversidad, estas mujeres no se rindieron. Lideradas por Grace Fryer, una de las "Chicas del radio" más afectadas, emprendieron acciones legales contra las empresas responsables. El proceso legal fue largo y complejo. Las empresas contaban con recursos legales y económicos superiores, y la comunidad científica aún no tenía un conocimiento completo sobre los efectos nocivos de la radiación. Sin embargo, la tenacidad y el coraje de las "Chicas del radio" finalmente dieron frutos. En 1928, la Corte Suprema de New Jersey falló a su favor, reconociendo la responsabilidad de las empresas por los daños causados por la exposición al radio.

La historia de las chicas del radio ha llegado a la cultura popular y se ha recordado en diversos formatos, destacando, entre otros, la película Radium Girls, el libro Las chicas del radio de Kate Moore (2018) y el reciente cómic Radium Girls (2020) de la ilustradora Cy.

Este caso histórico marcó un antes y un después en la legislación laboral, impulsando medidas de protección para los trabajadores expuestos a sustancias peligrosas.
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Fuente:
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