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21 de marzo de 2024

Los caminos del Imperio Romano

Por: Francisco Álvarez (El Recopilador)

Todos los caminos conducen a Roma; Muchos historiadores creen que el origen de la frase está en el Milliarium Aureum, un monumento erigido en el año 20 a. c. por el emperador Augusto en el Foro de la Antigua Roma y que marcaba el punto de arranque de todas las calzadas romanas.

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Halladas a la vuelta de una esquina.

El capítulo más importante en la historia de los caminos del Mundo Antiguo, es el correspondiente a las vías de comunicación del Imperio Romano. Algo más todavía, se refiere al único periodo histórico que, desde este punto de vista, merece la atención de la ingeniería.

Antes del Imperio, los caminos eran simples sendas para el tráfico local, es decir entre ciudades inmediatas; recorridas por los comerciantes y aventureros. Sin trazo preconcebido y, menos aún, sin que la mano del hombre hubiera intervenido sistemáticamente para mejorarlas o siquiera acondicionarlas para su objeto.

La humanidad no tenía todavía la noción del papel que representan las vías terrestres en el desarrollo de la civilización y, por supuesto, no sabía del nexo que ellas constituyen en la nacionalidad y en todas las actividades de un país, especialmente en las que mayor importancia podían tener en la época: administrativa, política y comercial.

Corresponde a los romanos el mérito de haber vislumbrado el rol que podían desempeñar los caminos; y ello se trató de los caminos estatales, o sea aquellos que planea el Estado, que los hace construir y que los conserva.

 

La solidez de estos caminos combinaba cinco capas materiales.
Contrapiso de grandes rocas partidas sobre las que se volcaban 
tres capas más de material de pedregullo más fino y finalmente 
una cubierta de lajas. También contaron con un sistema de 
drenaje, por donde discurrir las lluvias.

 

Es el Imperio, pues, el que para mantener la unidad de sus vastos dominios y controlar sus actividades desde Roma, como poder central, construye una extensísima red de caminos que le permite asentar su dominio militar y político, prácticamente hasta todos los ámbitos del Mundo conocido entonces.

Después de la caída de Roma, las vías terrestres sufren el más profundo descuido. Construidas y conservadas, como acabamos de decir, por el Estado, la múltiple subdivisión política que representaron los pequeñísimos Estados de la Edad Media era la situación gubernativa más inapropiada para comprender la necesidad de los antiguos caminos romanos y por supuesto para siquiera conservarlos.

Nacidos estos caminos 400 a.C. sus 400.000 km perduraron cuidados hasta la caída de Roma por la invasión bárbara en el año 410, donde los caminos volvieron a ser las sendas locales recorridas solo por escasos comerciantes, arrojados estafetas o portadores de correos y en pequeños y azarosos tramos por diligencias y coches. Sendas de trazo ajeno al estudio previo y con muy pocos y esporádicos trabajos de conservación y mejoramiento.
Así, la humanidad, puede decirse que retrocedió, en este sentido catorce siglos, para permanecer estacionaria hasta los primeros años del siglo XIX -aproximadamente el año 1800- en que se inicia la política vial que hoy regula el mundo.

 

Aun se encuentran restos de ciertos tramos de 
estos caminos por donde se ha transitado 
más de dos mil años de historia.

 

Los caminos Romanos representaban, además, un único ejemplo de ingeniería en el sentido de haber sido construidos y conservados sin que se tuviera en cuenta, en absoluto, el costo de ellos. Ejecutados por esclavos, prisioneros y soldados pudieron ser perfectos y sólidos ya que sus constructores no estaban controlados por el factor económico; caso singular, volvemos a decir, en la historia de los caminos.

Destinados a ser recorridos, principalmente por peatones, caballerías y carros muy ligeros o livianos, tenían una resistencia muchas veces mayor que la que habría exigido este tráfico. Gracias a esta circunstancia se conservaron siglos después de ser invadirá Roma por los Bárbaros y sus restos reconocidos y localizados por los modernos estudiosos, han permitido reconstruir la enorme red que se extendía por todo el Imperio que, como es bien sabido, en la época de su mayor esplendor comprendía Italia, Britania, Galia, Hispania, Germania Occidental, parte del Asia menor y Arabia, e incluía toda la parte norte del África y las islas del Mediterráneo, donde se contó más de 400 caminos con una extensión próxima a los 70.000 kilómetros cuadrados.

En la bibliografía de los países europeos, son innumerables los estudios de reconstitución llevados a cabo después de prolijas investigaciones arqueológicas en el terreno y en los documentos de la época. Así, solo en España se han localizado 20.000 millas romanas.
 

Fuente:
https://es.wikipedia.org/wiki/Calzada_romana
Imágenes de internet, créditos a quienes corresponda.

 

 

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