Miércoles 17 de Diciembre de 2025

Hoy es Miércoles 17 de Diciembre de 2025 y son las 13:17 - Una manera distinta de informar, con otro enfoque

  • 26.1º

26.1°

EL CLIMA EN Buenos Aires

ECO INFO

17 de diciembre de 2025

De 50% a casi 90%: el salto en la eficiencia del litio que vuelve clave reinyectar las salmueras

Un análisis de Eleonora Erdmann, directora de la Diplomatura en Producción de Litio e integrante del Instituto de Energía de la Universidad Austral, señala que las nuevas tecnologías de extracción directa ya permiten recuperar casi el 90% del litio contenido en las salmueras, frente a alrededor del 50% de los métodos evaporíticos tradicionales. Ese aumento de eficiencia también incrementa los volúmenes de salmuera agotada y pone en el centro del debate la necesidad de reinyectarla de manera controlada para reducir el estrés hídrico en los salares y proteger los ecosistemas asociados.

En pleno auge del Triángulo del Litio y con la transición energética en el centro de la agenda global, una transformación silenciosa avanza en los salares del norte argentino: las nuevas tecnologías de extracción directa permiten recuperar casi el 90% del litio contenido en las salmueras, frente a alrededor del 50%que logran los métodos evaporíticos tradicionales. Ese salto de eficiencia promete más producción y mejores retornos económicos, pero también obliga a mirar de frente un problema que ya nadie puede ocultar: qué hacer con los enormes volúmenes de salmuera agotada que quedan como subproducto de los proyectos.

ÚNETE A NUESTRO CANAL DE TELEGRAM.

👉  https://t.me/noticiasconenfoqueprensa

Ofrecemos lo más relevante en noticias.

El litio es fundamental para la transición energética global, pero su extracción se juega en territorios donde el agua es un recurso escaso y extremadamente sensible”, explica Eleonora Erdmann, directora de la Diplomatura en Producción de Litio de la Universidad Austral. La mayoría de los proyectos de litio en salmueras se ubican en ecosistemas extremadamente frágiles y áridos de altura, como la Puna; allí, cualquier alteración en el balance hídrico puede afectar no solo al salar, sino también a los humedales cercanos y a la fauna asociada, así como a las comunidades que dependen de esas fuentes para su vida cotidiana.

Históricamente, la tecnología dominante fue el proceso evaporítico: se extrae la salmuera, se la bombea a grandes piletas a cielo abierto y se aprovecha la radiación solar y los vientos para ir evaporando el agua hasta concentrar el litio. Es un método relativamente económico y probado, pero con limitaciones claras: ocupa grandes extensiones de superficie, depende del clima y, sobre todo, tiene una eficiencia de recuperación en torno al 50%. La extracción directa de litio (DLE, por sus siglas en inglés) vino a cambiar el tablero de juego: utiliza resinas, membranas u otros sistemas de separación que permiten separar el litio de la salmuera sin necesidad de enormes piletas y alcanzando casi el 90% de recuperación.

La contracara de esa eficiencia es que el proceso genera un mayor volumen de efluentes que ya no contienen litio aprovechable, pero sí sales disueltas y otras especies químicas que no pueden liberarse sin más al ambiente. “Con el auge de la industria del litio, la gestión de la salmuera agotada se vuelve una cuestión crítica. Si solo extraemos y no pensamos qué devolvemos al subsuelo, el riesgo de estrés hídrico y de conflicto social aumenta”, advierte Erdmann.

En ese escenario, la reinyección controlada de salmueras aparece como la pieza que puede ordenar el rompecabezas. La idea es simple de enunciar pero compleja de implementar: devolver al salar, en profundidad, la salmuera que se extrajo una vez que se le ha quitado el litio. Dicho en términos llanos, extraer el recurso, aprovecharlo, y luego reponer el “remanente líquido” del sistema para aliviar el estrés hídrico y ayudar a mantener el equilibrio natural del subsuelo. Hecha de manera planificada, la reinyección reduce el impacto ambiental, protege los ecosistemas y las comunidades locales y contribuye a la sostenibilidad de las operaciones mineras en el largo plazo.

Pero la reinyección está lejos de ser un gesto intuitivo. Cada salar es distinto: cambia su geología, la estructura de sus acuíferos, la química de las salmueras y la forma en que el agua circula en el subsuelo. Reinyectar sin entender esas dinámicas puede dispersar contaminantes donde antes no los había, modificar flujos subterráneos o incluso generar pérdidas de eficiencia para el propio proyecto. Por eso, detrás de cada pozo de reinyección hay horas de cómputo y modelos numéricos que buscan responder preguntas clave: ¿en qué zonas reinyectar?, ¿a qué profundidad?, ¿a qué velocidad?, ¿con qué composición de salmuera?

En los últimos años, equipos científicos y técnicos comenzaron a desarrollar modelos específicos para salares andinos que permiten simular su comportamiento ante distintos escenarios de extracción y reinyección. Se trabaja en etapas: primero se estudia el salar y sus características geológicas y químicas para identificar las zonas con mayor capacidad de recibir la salmuera sin riesgo; luego se realizan simulaciones numéricas que anticipan cómo se moverá el fluido en el subsuelo; finalmente, se calibra el modelo comparando esas predicciones con los datos de campo, ajustando parámetros hasta lograr una representación confiable de la realidad. Esa evidencia es la que luego guía las decisiones de las empresas y las autoridades.

Desde Salta, un ejemplo de este enfoque es MELJU Litio Sustentable, la primera startup surgida dentro de la Universidad Nacional de Salta, que trabaja codo a codo con la academia y la industria para diseñar estrategias de reinyección basadas en ciencia local. Su objetivo es modelizar y simular el comportamiento de las salmueras, entender cómo responde cada sistema a la extracción de litio y definir pautas para cuidarlo. “Lo que hacemos es reducir la improvisación: en lugar de ensayo y error, usamos modelos para tomar decisiones informadas”, resumen desde el equipo.

En la práctica, ese trabajo se traduce en estudios de prefactibilidad, donde se analiza si un proyecto tiene condiciones hidrogeológicas adecuadas para reinyectar; análisis de factibilidad, que miden los impactos bajo distintos esquemas de extracción y devolución de salmuera; y etapas de calibración, en las que se confrontan los resultados del modelo con las mediciones reales en los pozos. Cada ciclo de simulación y ajuste aporta un nivel más de seguridad y reduce tanto los riesgos ambientales como los económicos. “Cuando las decisiones se apoyan en evidencia científica, es posible minimizar el impacto y, al mismo tiempo, hacer más productivo el proyecto”, subraya Erdmann.

La discusión sobre la reinyección no se limita a una cuestión técnica. En el fondo, pone sobre la mesa el modelo de desarrollo que los países del Triángulo del Litio quieren construir alrededor de este recurso estratégico. La pregunta ya no es solo cuánto litio se puede producir, sino cómo hacerlo sin comprometer el agua, la biodiversidad ni el futuro de las comunidadesque habitan esos territorios. “Estoy convencida de que la reinyección será clave para que Argentina y sus vecinos sigan liderando la transición energética sin deteriorar sus ecosistemas. Requiere inversión y desarrollo tecnológico, pero los beneficios son enormes: protege el agua, reduce impactos y permite que la minería del litio sea verdaderamente sostenible”, sostiene la especialista.

En ese sentido, la articulación entre industria, gobiernos, universidades y sociedad civilaparece como condición necesaria para que la reinyección se convierta en estándar y no en excepción. Reglamentos claros, monitoreo independiente y participación de las comunidades en la discusión de los proyectos pueden transformar esta herramienta en un nuevo piso de exigencia ambiental para el sector. “La ciencia local tiene mucho para aportar –concluye Erdmann–. El desafío ahora es que el marco regulatorio y las decisiones de inversión estén a la altura de lo que ya somos capaces de hacer desde la investigación y la tecnología”.

COMPARTIR:

Comentarios