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15 de agosto de 2024

Un maestro de las armas.

El General José de San Martín a los 30 y a los 72 años. Imágenes producidas mediante Inteligencia Artificial. -Un nuevo aporte tecnológico de aproximación a la realidad-

Por: Francisco Álvarez (El Recopilador)

El ejército en un antes y un después del General José de San Martín.

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Halladas a la vuelta de una esquina.

 

1800-1812: ¿Como era entonces la organización de los ejércitos de la época?

A lo largo de la Edad Moderna, las organizaciones militares eran sencillas y semejantes en todo Occidente. Los ejércitos europeos eran profesionales y nuestro ejército fue heredero del español.

El ejército estaba integrado por voluntarios que se incorporaban por enganche. Cuando la inminencia de un conflicto bélico imponía expandir el ejército permanente, el gobierno recurría al reclutamiento obligatorio. Este se hacía a través de la leva de forzados, consistente en incorporar a delincuentes condenados o a la detención de ociosos (las redadas de “vagos y mal entretenidos”) a quienes se obligaba a servir en las filas. La restante fuente de reclutamiento era la leva honrada, llamada en España de “quintas”, en la que los municipios debían reclutar por sorteo un cupo de soldados. En reemplazo de quienes debían incorporarse por sorteo, podía presentarse “personeros”, por lo cual, en la práctica, solo se incorporaban quienes no tenían recursos económicos

Al ejército regular se agregaban las milicias.
En el caso de la América española, donde había destinados muy débiles elementos del ejército regular, las milicias constituían la masa de las fuerzas de que disponía la Corona para su defensa. Estas se denominaban “Provinciales” (se utilizaban en el territorio de su provincia), “Regladas” o “Disciplinadas” (disponían de plana mayor veterana) y “Urbanas” o “Cívicas” (solo podían emplearse en su ciudad). Pero no tenían la misma capacidad que las fuerzas regulares.

Al comienzo del siglo XIX las unidades veteranas existentes en el Virreinato del Río de la Plata se limitaban al Regimiento Fijo de Infantería de Buenos Aires (27 compañías), el Regimiento Fijo de Dragones de Buenos Aires (12 compañías), el Cuerpo de Blandengues de la Frontera (7 compañías) y el Real Cuerpo de Artillería (2 compañías).
Había numerosos elementos de milicias, en su mayoría de caballería.
La victoria sobre la primera invasión inglesa y la inminencia de la segunda, motivó la convocatoria de voluntarios para defender la capital del Virreinato.
Se formó entonces un ejército de milicias urbanas que alcanzó a 8500 hombres.
En 1809 el virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros efectuó una reorganización de esas fuerzas disminuyendo el número de unidades.
La Revolución de Mayo convirtió a todas las existentes en Buenos Aires en tropas de línea. Ellas eran 8 batallones de infantería, 2 escuadrones de caballería, más los blandengues y un cuerpo de artillería. También dispuso nuevas incorporaciones para incrementar las fuerzas disponibles.

Las dos expediciones enviadas por la Primera Junta de Gobierno al Alto Perú y al Paraguay se formaron con compañías de esas unidades. Los efectivos eran de alrededor de un millar de hombres en cada una. Los dos ejércitos que operaron posteriormente en las Provincias Unidas fueron el Auxiliar del Perú, más conocido como Ejército del Norte y el de la Banda Oriental. A ellas se sumaban las fuerzas de la zona del Interior, que se emplearon principalmente en la lucha contra los levantamientos de los caudillos.

En lo referente al apoyo a las fuerzas militares que hoy llamamos “Logística”, los servicios funcionaban en forma muy limitada. El servicio de Intendencia estaba limitado en la práctica a las guarniciones importantes y no satisfacían las necesidades de las operaciones alejadas de ellas.
Por ello, los ejércitos vivían de los recursos del territorio en que operaban y eran seguidos por mujeres de los soldados, que se encargaban de conseguir y cocinar la comida para sus hombres, así como de atenderlos y servirlos. Esto se hacía con gran menoscabo de la disciplina y dificultaba la conducción de las operaciones. Lo mismo ocurría en los ejércitos realistas.
En Sanidad, se dispuso de personal técnicamente capacitado, pero que carecía de los elementos científicos indispensables por la pobreza existente. En el campo de Arsenales, los sucesivos gobiernos se preocuparon de juntar el armamento existente en el territorio, se compraron armas en el extranjero y se establecieron fábricas para producir cañones, fusiles, armas blancas y pólvora.
Tal el cuadro de la época.

Marzo de 1812, se produce la llegada a Buenos Aires del Capitán José de San Martín, quién al ofrecer sus servicios al gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata, este le encomendó la creación de una unidad de caballería, donde tuvo la oportunidad de demostrar sus condiciones de organizador militar. 

El general Bartolomé Mitre escribió:  “El primer escuadrón de Granaderos a Caballo fue la escuela rudimental en que se educó una generación de héroes. En este se formó un nuevo tipo de soldado, animado de un nuevo espíritu, […] empezando por un regimiento para crear el tipo de un ejército y el nervio de una situación. Bajo una disciplina austera que no anonadaba la energía individual, y más bien la retemplaba, formó San Martín soldado por soldado, oficial por oficial, apasionándolos por el deber y les inoculó ese fanatismo frío del coraje que se considera invencible, y es el secreto de vencer. Los medios sencillos y originales de que se valió para alcanzar este resultado, muestran que sabía gobernar con igual pulso y maestría espadas y voluntades.”

En enero de 1814 el ahora Coronel San Martín relevó al brigadier Manuel Belgrano en el cargo de general en jefe del Ejército Auxiliar del Perú (Ejército del Norte) que, tras la desastrosa segunda campaña al Alto Perú, estaba destruido moral y materialmente.
El flamante comandante realizó una formidable tarea de reorganización de ese ejército.
Dejó la seguridad estratégica operacional a cargo de las milicias gauchas y concentró las fuerzas de línea en el campamento de la Ciudadela en Tucumán, que hizo fortificar. Allí se dedicó a mejorar el nivel moral y profesional del cuadro de oficiales y, poco a poco, el ejército fue recuperando su aptitud operacional.

Las Milicias de Cuyo:

Al asumir San Martín la gobernación de Cuyo, las fuerzas militares de la provincia eran muy limitadas, por lo que dedicó de inmediato su atención a las milicias existentes, que debían constituir el núcleo de su ejército ante la carencia de tropas de línea.  Las fuerzas de milicias fueron las siguientes.
En Mendoza: Batallón de Cívicos Blancos, en el que los residentes ingleses, en su mayoría prisioneros de las invasiones, formaron una Compañía de cazadores; Batallón de Cívicos Pardos; Cuerpo de Caballería Cívica del Norte; Cuerpo de Caballería Cívica del Sur; Batallón de Infantería de Milicias, a 6 compañías, formado en febrero de 1816.
En San Luis:  Regimiento de Caballería de Milicias, a 4 escuadrones y 15 compañías con 180 hombres.
En San Juan:  Batallón de Infantería en la ciudad y suburbios; 4 compañías en Jáchal y Rodeo; 3 escuadrones de caballería; 9 destacamentos de caballería en distintos puntos. En total sumaban 2300 hombres.
Con ello San Martín creó una especie de servicio militar obligatorio en Cuyo, disponiendo una reorganización de las milicias a través de un enrolamiento general.

-Los antecedentes cercanos de un servicio militar obligatorio los encontramos en la leva en masa llevada a cabo por el Comité de Salvación Pública de la Revolución francesa, bajo la inspiración de Lazare Carnot y la organización y movilización del ejército prusiano, bajo el influjo del general Gerhard Von Scharnhorst para la guerra contra Napoleón en 1813.-

 

El 27 de octubre de 1814 publicó un bando que decía:
“Por cuanto en las presentes circunstancias sería indecoroso que cualquier individuo que fuese capaz de tomar las armas en obsequio de su patria no lo verificase: Por tanto, ordeno y mando lo siguiente: Todo individuo que se halle en disposición de poder llevar las armas y no estuviese alistado en los cuerpos cívicos lo verificará en el término de ocho días y el que no lo verificase será reputado por traidor a la patria. A la señal de alarma que será prevenida con tres cañonazos se unirán en el cuartel de la cañada todos los cívicos de caballería, los de infantería en el convento de San Agustín y los decuriones y tenientes decuriones unirán los vecinos en las puertas de sus casas, concurriendo éstos armados con las armas que tengan y mandarán un sujeto de confianza por cuartel, para que éste reciba las órdenes que tanto el señor Comandante General de Armas como yo impartamos.
Inmediatamente de publicado este, los capitanes o comandantes de compañías de cívicos y milicias de caballería formarán una lista exacta de los individuos […] las que las pasarán a los respectivos jefes para que estos entreguen el estado general de la fuerza al Comandante General, de Armas Dn. Marcos González Balcarce, a fin de arreglar el servicio y demás que será necesario sin perjuicio de entregar posteriormente las de los que se alisten en el término prefijado”.

 

Este era el hombre cuyo conocimiento y capacidad militar le llevó a convertirse en 
El Padre de la Patria.
(Lo dedicamos aquí a su memoria)

 

 

 

Autor: Diego Alejandro Soria
La organización del Ejército de los Andes
Academia Nacional de la Historia de la República Argentina, Argentina
http://portal.amelica.org/ameli/jatsRepo/237/2371031005/

Foto producida con proceso de “inteligencia artificial”.
Fuente Diario Mendoza:  12/11/2023 
https://www.diariomendoza.com.ar/ciencia-tecnologia/el-rostro-libertador-traves-tiempo-una-vision-moderna-san-martin-n56884

 

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