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EL CLIMA EN Buenos Aires

EL RECOPILADOR

22 de abril de 2024

Trabajadores ambulantes de nuestro aún cercano pasado.

Cuando un ambulante te vendía en la calle al peso, te lo pesaba con esta balanza “romana”.

Por: Francisco Álvarez (El Recopilador)

Historias cercanas.
Halladas a la vuelta de una esquina.

Volvemos a revivir aquí el paso de aquellos pregoneros que ofrecían sus servicios por cada barrio de la ciudad, entre los fines del siglo XIX y los mediados del XX, digamos hasta mediados de 1970…  El paso en el tiempo, aquello se fue transformando e incluso, hasta desapareciendo.
Estos fueron algunos de ellos…

EL TURCO MERCERO:  Solía llevar una valija y una especie de carpeta muestrario con lo que su pregón ofrecía: “Hilos ilásticos, beine, beineta…”, por lo general todo para la costurera. Le decíamos el “turco” pero por lo general eran árabes, árabes que llegaban aquí con pasaporte turco… que aquí luego los empleados de migraciones y registro de las personas, que no siempre eran tan ilustrados, transcribían sus nombres en documentos argentinos aquellas raras palabras que interpretaban, que leían o que podían, y si veían que el pasaporte era turco, “turco” le quedaba para siempre. Pensemos que los argentinos somos producto de una inmigración de una gran mezcla de nacionalidades y razas (alrededor de 160 naciones…!) y los empleados de aquellas épocas escasos serían los que apenas conociesen dos idiomas: “castellano” y “gracias”!

 

EL RUSO DE LA COOPERATIVA: solía moverse en bicicleta portando grandes bolsos de ropa blanca, de cama, toallas y otras.  Les daba crédito a pagar pesitos por semana; Ponía a prueba a los compradores cumplidores y entonces los favorecía con órdenes de crédito para concurrir a la cooperativa israelita, donde poder comprar ropas, artículos del hogar, muebles, bicicletas y otras cosas.

EL CANILLITA de la tarde:  Entre las cinco de la tarde y casi la medianoche, apurado por la calle o colgándose y descolgándose del tranvía o algún micro, vendía sus diarios con el voceo de las últimas noticias al grito de “La quinta / la Sexta”.

 

EL COBRADOR DE LA LUZ, que llevaba su cartera la boleta de consumo eléctrico de cada mes, y además todo el dinero que iba cobrando en cada casa. -¡Qué épocas… no recuerdo que hubiesen asaltado a cobrador alguno!
 

EL CARRO DE LA PANIFICACIÓN:  traía sus panes trenzados, negro, alemán, el redondo casero, la económica baguette y su famoso Lactal.

 

EL LECHERO, madrugador, que hasta conocía donde dejaba la llave la patrona, para en cada mañana dejar la leche en su hervidor, junto al cual le había dejado “las monedas” en pago.

 

EL CHANCHERO:  Solía pasar en una sólida bicicleta de reparto, con un gran portacanasto, ofreciendo chacinados, salamines, queso de campo. También tomaba pedidos para las fiestas de navidad y año nuevo u otras celebraciones familiares, para traerle algún cerdito que luego llevarían a cocinar en el horno a leña de la panadería del barrio.
 

EL CONCHONERO:   Solía pasar llevando a cuestas su máquina de escardar lana y era llamado a recomponer un desbaratado colchón. Dado a la tarea, abría el colchón, quitaba la lana y separaba lo malo de lo bueno, “la escardaba”, con su máquina en tanto la señora de la casa reparaba, cosía, remendaba el gastado cotín para otra temporada, o acaso ya había comprado uno nuevo. Terminado el escarde, el colchonero ponía la lana dentro del cotín de referencia, emparejaba el contenido, y con una gruesa y larga aguja y grueso hilo de algodón, atravesaba el colchón de lado a lado y finalmente cerraba el costado por donde había entrado la lana, y ya había nueva cama para dormir por otro año!  Algunos colchoneros preferían, de ser posible, realizar el trabajo en la calle, así ante la vista de los vecinos conseguía ahí mismo varios clientes para los siguientes días.

 

-También fueron épocas de otros personajes, de otras voces, de otros pregones…

El churrero, el pollero, el huevero, el vendedor de escobas y plumeros, el sodero, el aceitero, el kerosenero, el pescadero, el paragüero, el que vendía baldes y palanganas, el botellero…
y que en una próxima nota los recordaremos.

 

Fuentes: La vida y los recuerdos.
Archivo de El Recopilador.
Imágenes de internet, créditos a quienes corresponda.

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