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EL RECOPILADOR

14 de noviembre de 2022

Radio, radioteatros, autores, elencos… y censura.

Por: Francisco Álvarez (El Recopilador)

Historias cercanas.
Halladas a la vuelta de una esquina

La comedia de las décadas del 40 y 50 tuvo rasgos definidamente porteños. Los conventillos, con su cocoliche y sus diversas colectividades, dieron paso a las pensiones, más discretas, pero siempre ricas en personajes y estereotipos.

De todo el espectro abarcado por la ficción radial, dos temas hay que sobresalen por su fuerza arquetípica: las grandes historias de la reivindicación social. Por un lado, las que responden al esquema de La Cenicienta (joven humilde gana el amor de muchacho adinerado) y por otro, los héroes perseguidos injustamente (Martín Fierro, Juan Moreira, Hormiga Negra, Mate Cosido y otros bandidos rurales). El maltrato al que son reiteradamente sometidos por villanos detentadores de algún tipo de poder (económico, político, etc.) y el infaltable final feliz que vendrá a revertir su martirio se conjugan para convertirlos en preferidos de la audiencia.

En los ‘40-’50, el dial se dividía entre la línea criollista y del suburbio, que desarrollaba, entre otros, Juan Carlos Chiappe (Radio del Pueblo, Antártida, Porteña y Provincia) y el sentido estético, que Armando Discépolo trataba de imponer al frente del elenco estable de Radio El Mundo, con versiones de teatro y de películas. Había además otra tercera línea que ya estaba asentándose en el gusto popular femenino: la sentimental, la “novela rosa”. Pero pocos años después las producciones comienzan a tener en cuenta no sólo la sed de historias de amor de las mujeres, sino también sus intereses generales, que pugnan por arrimarse al status masculino después de varias generaciones postergadas. No olvidemos que en esta etapa la mujer logra su derecho al voto y se concientiza como trabajadora, defendiendo sus derechos laborales. Desde el título se adivinan los contenidos: De mujer a mujer, de Celia Alcántara, y Hogar de mujeres, Estas cosas de mamá, La chica de al lado y Nosotras las mujeres, de Nené Cascallar.

Radionovela en el aire. Operador tras el vidrio.
Actores en diálogos. Director indicando “efectos”.
Sonidista produciendo efectos de ambientación.
Y del otro lado “el oyente”, donde la magia de su imaginación
podía “ver” lo que escuchaba.

 

Excede nuestras posibilidades el hacer una semblanza acabada de todos los escritores de radioteatro nacionales como deseaba con justicia Luis M. Grau.

Sin embargo, vaya en este listado nuestro humilde aporte, sabiéndose limitado y lleno de ausencias: Omar Aladio, Celia Alcántara, Héctor Bates, Héctor P. Blomberg, Alma Bressan (Alma De Cecco), Adalberto Campos, Nené Cascallar, Eifel Celesia, Juan Carlos Chiappe, Orlando Cochia, Miguel Coronatto Paz, Jorge Edelman, Laura Favio, Rafael García Ibáñez, Luis Gayo Paz, José Andrés González Pulido, Silvia Guerrico, Alfredo Lima, Mabel Loisi, Audón Lopez, Aldo Lucci (o Luzzi), Claudio Martínez Payva, María del Carmen Martínez Payva, Oscar Luis Massa, Alberto Migré, Francisco Muñoz Azpiri, Atilano Ortega Sanz, Luis Pozzo Ardizzi, Jorge Rey, Ana Rivas, Amadeo Salazar (Sergio De Cecco), Abel Santa Cruz, Francisco “Pancho” Staffa, Zeneida “Yaya” Suárez Corvo, Roberto Valenti. Y el ya nombrado Luis María Grau, claro.

Se ha acusado a la televisión por la desaparición del género, sin embargo, otros factores se sumaron para dar la estocada final. A fines de los años ’60, bajo la dictadura del presidente Juan C. Onganía y de la mano de Federico Frischknecht, en Maipú 555 se hacinaron y desmantelaron despóticamente cinco emisoras para facilitar su control ideológico, con muchos despidos y un sensible abaratamiento de los costos. Así la censura del gobierno de facto, además, pone fin abruptamente al radioteatro por anticultural y antieducativo, luego de cuatro décadas de gloria ininterrumpida (juzgándolo anticultural y antieducativo por visibilizar situaciones y reclamos sociales del pueblo, lo cual resultaba molesto al poder de las dominantes clases altas). 

 

Edgardo J. Rocca

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