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28 de diciembre de 2025

La automedicación

El filósofo italiano Giovanni Papini (1881-1956) propició una Saga de la Ignorética que vendría a ser la ciencia de todo lo que no sabemos. Papini diferenció entre una Ignorética Personal, lo que cada individuo o sujeto ignora, y una Ignorética Social, es decir, las cuestiones sobre las que nadie sabe absolutamente nada.
Rosario Vilches reflexiona sobre un fenómeno actual, claramente vinculado a la Ignorética Social: la automedicación.

La automedicación

Si hay una característica en la sociedad argentina es la facilidad con que se automedica y medica al prójimo.  Basta que tengas un resfrío para que pase alguien y te diga que tomes el tecito rojo, otro te dice el tecito plateado, otro vecino te indica un antigripal y hasta otro que se curó te indique un antibiótico. Yo misma he ido a la farmacia y he podido escuchar que hay personas que piden la pastilla que toma Teté o el calmante que recomienda Suar. Personas que sacan un papelito y dicen que quieren la cremita del caballo o la de la propaganda. Hay programas en la TV en los que hablan médicos que recomiendan terapias alternativas, hechas de productos naturales para adelgazar, tener fuerza, mejorar la microbiota y no sé cuántas cosas más. El asunto es que los médicos luego te piden los prospectos y que le marques la parte esa  en la que dice que ese remedio efectivamente cura. 

No lo hago como una crítica a los demás. Yo misma estoy inmersa en esa ignorética. Recuerdo que una vez cuando era más joven, fui a una fiesta familiar y vi a mi madre cambiándose con sus hermanas (algo que las fascinaba, intercambiaban bijou, ropa…y ¡remedios! ). Mi mamá se quejó de la rodilla, una tía de la cintura, la otra del hombro y otra de la cadera. Ahí mismo, tomaron sus carteras y empezaron a intercambiar. Pensé en cómo sería un cartel de drogas, en algo esto se parecía. Yo calculo que se quedaron por lo menos con tres pastillas cada una. No me fijé cuántas tomaron. Sólo sé que después en la fiesta todas bailaron y saltaron con las tarantelas, muertas de risa.

Un día fui a la casa de una tía en Lanús. Cuando me iba le pedí una aspirina porque me dolía un poco la cabeza.  Ella me dijo : - No, querida, tomate uno de estos, vas a ver cómo se te pasa. ¿Y yo que hice? Lo tomé. Menos mal que estaba con mis hijos que a la altura de Pompeya me sacudieron de tal modo que me pude despertar.

El asunto es que la ignorética social de la automedicación, ya sea con el doctor televisión o con el doctor Internet enriquece a las farmacias. Un solo ejercicio: miren la TV y vean cuántas publicidades son de remedios mágicos. Y comprobarán mi teoría.

                                                                                                                          

ROSARIO VILCHES

 

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