La inversión atraviesa uno de sus momentos más críticos en más de veinte años. Según los últimos datos oficiales, la Formación Bruta de Capital Fijo cayó 6% en el tercer trimestre y encadenó su segundo período consecutivo de retroceso. El deterioro coincide con un dato inédito del Banco Central: la inversión extranjera directa registró un saldo negativo por primera vez desde 2003.

Las cifras del Indec muestran que, si bien la inversión creció 10,3% interanual en el tercer trimestre, el resultado esconde una fuerte contracción respecto del trimestre anterior. El comportamiento dispar de los componentes explica la debilidad del indicador, con una recuperación insuficiente para sostener una tendencia sólida de crecimiento.

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La Formación Bruta de Capital Fijo mide la inversión total en bienes duraderos destinados a ampliar la capacidad productiva, como construcciones, maquinaria y equipos de transporte. Es uno de los indicadores centrales para evaluar el crecimiento económico de mediano y largo plazo, ya que refleja la acumulación de capital en la economía.

En el detalle de los datos, la inversión en construcciones creció 2,3% interanual, mientras que otras construcciones cayeron 9,4%. La maquinaria y equipo mostró un aumento de 13,8% y el equipo de transporte creció 27,7%, impulsado principalmente por componentes importados.

Dentro del rubro maquinaria y equipo, la producción nacional cayó 6,6%, mientras que el componente importado aumentó 28,9%. En el equipo de transporte, el contraste fue aún mayor: la producción nacional retrocedió 9,2% y la importada se disparó 164,9%, lo que refleja una recuperación apoyada en bienes del exterior y no en la industria local.

El dato más contundente surge del balance cambiario. Entre enero y noviembre de 2025, la inversión extranjera directa arrojó una salida neta de USD 1.521 millones, según el Banco Central. Se trata de un quiebre histórico, ya que en las últimas dos décadas la Argentina había mantenido saldos positivos, aun en contextos económicos adversos.

La salida de capitales responde a un proceso de desinversión en sectores clave. Entre 2016 y 2019, la inversión extranjera directa promedió USD 3.235 millones anuales, pero ese flujo se redujo drásticamente entre 2020 y 2023. En 2025, la tendencia descendente se profundizó y derivó en un resultado negativo.

La energía aparece entre los sectores más afectados. Empresas como ExxonMobil y Petronas comenzaron a desprenderse de activos en Vaca Muerta, mientras que otras compañías internacionales evalúan reducir su exposición en proyectos estratégicos de Neuquén.

El consumo masivo y las telecomunicaciones también registraron salidas relevantes. Procter & Gamble abandonó el país tras vender su operación local al grupo Newsan, y Telefónica de España transfirió su filial argentina a Telecom Argentina por USD 1.245 millones, en una de las operaciones más importantes del año.

Este escenario plantea interrogantes de cara a 2026. El Gobierno impulsa una reforma laboral que incluye un Fondo de Asistencia Laboral y un régimen de incentivos para la formalización del empleo, con reducción de contribuciones patronales. Sin embargo, según estimaciones privadas, cubrir el costo del esquema requeriría un aumento del empleo formal del 16%, lo que implica sumar alrededor de 1,5 millones de trabajadores registrados en un contexto de caída de inversiones.

La combinación de menor inversión, retiro de capitales extranjeros y debilidad en sectores intensivos en empleo pone en duda la viabilidad de las proyecciones oficiales. Con una curva de inversiones en descenso, el desafío para la economía argentina se presenta, como mínimo, cuesta arriba.