La crisis industrial volvió a mostrar su impacto con el cierre definitivo de la planta de Whirlpool en Pilar, donde 300 trabajadores fueron despedidos después de que la empresa decidiera dejar de fabricar electrodomésticos en la Argentina. Según la compañía, la medida se debe a la fuerte caída en las ventas y al aumento de la competencia por la apertura de importaciones.

Se trata del segundo recorte en menos de un año. En 2023, la firma ya había reducido su plantilla con el despido de 60 operarios, también como consecuencia de la baja en el consumo. Ahora, la decisión se extendió a la totalidad de la producción local, aunque la empresa mantendrá actividades de importación, comercialización y distribución desde las oficinas ubicadas sobre la Ruta 8.

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Los trabajadores recibieron la noticia este miércoles, durante una reunión convocada por los directivos en el comedor de la planta. Entre ellos estaba Ignacio Cabezas, quien relató que el anuncio los tomó por sorpresa: hasta el día anterior la producción se desarrollaba con normalidad.

Según explicó Cabezas, los directivos informaron que la fábrica estaba “sobre stockeada” y que el volumen de ventas no permitía sostener la producción. También les mencionaron que resultaba más barato importar los productos terminados que fabricarlos en el país, una decisión que dejó sin empleo a todo el personal.

Aunque la empresa aseguró verbalmente que pagará las indemnizaciones correspondientes, los trabajadores señalaron que todavía no firmaron ningún documento formal. Algunos podrían continuar un tiempo más para tareas puntuales, aunque no se precisó cuántos ni por cuánto tiempo.

El cierre de Whirlpool en Pilar se suma a otras señales de deterioro en la industria nacional, marcadas por la caída del consumo interno y la mayor presencia de productos importados en distintos rubros.