En una noche inolvidable para el fútbol argentino, Central Córdoba de Santiago del Estero venció 1-0 a Vélez y se coronó campeón de la Copa Argentina en el estadio de Unión, en Santa Fe. El tanto decisivo llegó gracias a una jugada inesperada de Matías Godoy que selló la gloria para el Ferroviario y dejó a Vélez lamentando la falta de eficacia y un desenlace marcado por la fortuna esquiva.

Desde el inicio, el partido se jugó con la intensidad propia de una final. Ambos equipos se mostraron imprecisos, pero Central Córdoba impuso una leve superioridad en el mediocampo gracias a su entrega y velocidad. Sin embargo, Vélez tuvo la primera oportunidad clara cuando Luis Ingolotti, figura del encuentro, le ganó un mano a mano a Maher Carrizo.

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El Fortín comenzó a dominar y reclamó un polémico penal que el árbitro Yael Falcón Pérez ignoró, tras una mano de Lucas Abascia dentro del área que evitó un remate de Elías Gómez. A pesar de esto, el equipo de Gustavo Quinteros no logró capitalizar su control, y el cierre del primer tiempo vio a Central Córdoba más cerca del gol con una espectacular chilena de Godoy que fue frustrada por Tomás Marchiori.

El segundo tiempo trajo más controversias, cuando Ingolotti pareció acomodar la pelota con las manos fuera del área, aunque el árbitro entendió que la había controlado con el pecho. Poco después, a los ocho minutos, llegó el gol que definió el campeonato: Matías Godoy intentó un centro desde la derecha que terminó bombeado en el ángulo izquierdo del arquero de Vélez.

Desesperado, Quinteros buscó respuestas con cambios ofensivos, pero las variantes no lograron romper el esquema defensivo de Central Córdoba. Francisco Pizzini desperdició una volea, y Valentín Gómez estuvo a punto de igualar con un disparo que rebotó en el travesaño, dejando a Vélez al borde de la frustración.

En el tramo final, el Ferroviario se refugió en su área y resistió cada intento velezano con una entrega conmovedora. El pitazo final desató el festejo de un equipo que había acariciado este título en 2019 y, esta vez, pudo celebrarlo con su gente.

Central Córdoba no solo alzó la Copa Argentina por primera vez en su historia, sino que dejó una marca imborrable en el fútbol del interior, demostrando que con esfuerzo, determinación y un poco de suerte, los sueños pueden hacerse realidad.