El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, cerró la última cumbre del G20 con dos iniciativas clave: la Declaración de los Líderes del G20 y el lanzamiento de la Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza, propuestas que abogan por políticas públicas sociales, inclusión económica y la lucha contra el cambio climático.

En contraste, el presidente argentino Javier Milei marcó sus diferencias desde el inicio. Con un frío saludo al anfitrión y argumentos libertarios en los debates a puertas cerradas, Milei criticó las políticas propuestas. "La solución está en correr al Estado del medio", expresó el mandatario en su comunicado oficial, que también destacó la decisión de disociarse de la Agenda 2030 en la declaración del G20.

Las tensiones en la cumbre y el pragmatismo energético

A pesar de sus críticas, Argentina figura entre los 82 países que adhirieron a la Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza, lo que generó interrogantes sobre la coherencia del gobierno libertario. Según expertos, la explicación podría encontrarse en los intereses económicos: el acuerdo de exportación de gas de Vaca Muerta firmado entre Argentina y Brasil.

El ministro de Energía brasileño, Alexandre Silveira, celebró el entendimiento como una solución estratégica para reducir la dependencia de gas estadounidense, mientras que para Argentina significaría divisas y un impulso a la infraestructura energética. "A pesar de las diferencias políticas, lo importante es que prevalezca el pragmatismo", afirmó Silveira.

Un mensaje para el regreso de Trump

La cumbre del G20 también dejó un mensaje implícito para Donald Trump, próximo a asumir nuevamente como presidente de Estados Unidos. Las iniciativas promovidas por Lula chocan con las promesas del trumpismo, que critica la regulación climática y las políticas inclusivas.

Según el académico Javier Vadell, "Lula capitalizó el momento. Si bien habrá tensiones con el nuevo gobierno estadounidense, Brasil busca mantener el pragmatismo". Sin embargo, advierte que el entorno político de Trump, incluido Elon Musk, podría fortalecer a la derecha brasileña en su desafío al liderazgo de Lula.

En este contexto, el G20 se consolida como un foro para discutir un modelo global alternativo, mientras las potencias emergentes como Brasil buscan equilibrar sus intereses nacionales con la necesidad de consenso internacional.