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• Siendo yo platense por adopción, cuando ya tenía 13 años me sabía toda la ciudad de recorrerlo en bicicleta en mi afán de conocerlo hasta el último palmo. Así acerté pasar más de una vez por la avenida 66 entre 5 y 6 donde una vieja casa chorizo en el número 530, donde un letrero en su fachada decía Museo Pedro B. Palacios, Almafuerte… Aquel lugar había sido su casa y el lugar donde había fallecido. Y como no llamarme la atención si yo acababa de terminar mi escuela primaria precisamente en la Escuela Nº 56 “Almafuerte”, por la cual en cada grado, en cada año transcurrido, siempre estaba su persona, su obra en nuestra rutina de estudio. Allí aprendimos a guardar grabado en nuestra memoria –y quedada de por vida-- su más difundido poema: ¡Piú avanti!

No te des por vencido, ni aun vencido,
no te sientas esclavo, ni aun esclavo;
trémulo de pavor, piénsate bravo,
y arremete feroz, ya mal herido.
Ten el tesón del clavo enmohecido
que ya viejo y ruin, vuelve a ser clavo;
no la cobarde intrepidez del pavo
que amaina su plumaje al primer ruido.
Procede como Dios que nunca llora;
o como Lucifer, que nunca reza;
o como el robledal, cuya grandeza
necesita del agua y no la implora...
¡Que muerda y vocifere vengadora,
ya rodando en el polvo, tu cabeza!
-Almafuerte-

Pedro Bonifacio Palacios nació en San Justo, el 13 de mayo en 1854, cuando aún San Justo no existía, dado que fue fundada dos años más tarde, en 1856, vale decir era un lugar de chacras de pan llevar en medio de campo y solo campo. Su casa natal a la vuelta de la actual Plaza San Martín, de San Justo, (calle Villegas entre Arieta y Marconi) se supo “alguien” la rescato de la nada para perpetuar un recuerdo, ya que dudosamente la misma hubiese existido en aquel tiempo, donde realmente nadie pudo determinar su real lugar de nacimiento. Nació en San Justo, pero San Justo era un lugar muy extenso, grande, por lo que pudo haber nacido allí mismo, en esa calle, o a una legua de distancia (citado esto por el historiador matancero, ya fallecido, Prof. Alfonso Corso).

Todavía niño, perdió a su madre y fue abandonado por su padre, por lo que fue criado por algunos parientes.
Su primera vocación fue la pintura, pero, como el gobierno le negó una beca para viajar a Europa a perfeccionarse, cambió su rumbo y se dedicó a la escritura y la docencia.

Así muy tempranamente ejerció en escuelas de La Piedad y Balvanera, en Buenos Aires. Poco después se trasladó a la campaña y fue maestro en Mercedes, Salto y Chacabuco. A los 16 años de edad dirigió una escuela en Chacabuco; donde, en 1884, conoció al entonces expresidente Domingo Faustino Sarmiento. Poco tiempo después de esto fue destituido por no poseer un título habilitante para la enseñanza, pero muchos afirman que en realidad fue por sus poemas resultaron  altamente críticos para con el gobierno.
En los pueblos donde ejerció la docencia, también alcanzó notoriedad como periodista polémico y apasionado, poco complaciente con los caudillos locales.

“Almafuerte” fue el seudónimo con el que alcanzó mayor popularidad, aunque no fue el único que utilizó a lo largo de su vida.

Luego de dejar la enseñanza obtuvo un puesto dentro de la Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires, y más tarde bibliotecario y traductor en la Dirección General de Estadística provincial. A cinco años de fundada la nueva capital de la provincia –La Plata- en 1887, se traslada a ella e ingresa como periodista en el diario El Pueblo –no precisamente un periódico oficialista-
En 1894 retomó su actividad docente en una escuela de la localidad de Trenque Lauquen, pero nuevamente fue retirado por cuestiones políticas dos años más tarde. (Sus ácidas críticas al gobierno nunca cedieron…)

A comienzos del siglo XX participó un poco de la actividad política, pero a causa de su inestabilidad económica y de que era reacio a aceptar un cargo político, ya que criticaba duramente a quienes vivían a expensas de los impuestos de la gente, no lo hizo con mucho entusiasmo.

A lo largo de su vida la misma supo estar dedicada a sus grandes pasiones: La pintura, la docencia, siendo además escritor, poeta, bibliotecario, traductor y periodista.

Sus últimos años fueron solitarios y difíciles, acompañado por la visita de niños vecinos a quienes enseñaba a leer y escribir y así mismo amasando y cociendo para ellos un cotidiano  pan en su horno de barro.

Aquellos años no eran los que románticamente se suele expresar ‘todo tiempo pasado fue mejor’, existían enfermedades estando aún la medicina en pañales, y no era fácil su tránsito. La expectativa de vida no solía ser muy larga… Al final de su vida, el Congreso Nacional le otorgó una pensión vitalicia para que se pudiera dedicar de lleno a su actividad como poeta. Sin embargo no pudo gozar de ella; el 28 de febrero de 1917 falleció en La Plata, a la edad de 62 años, descansando sus restos en el cementerio de La Plata, a pocos metros de su ingreso principal.

Su literatura fue fuerte, como su alma, la herencia de sus letras nos supo marcar hasta cada diferente camino que, quienes llegamos detrás de él, pudimos haber elegido.

• A mí, en particular, he sentido como transmitido de su espíritu el mensaje de estos versos, los que me han acompañado impulsándome en el desempeño de las diversas actividades llevadas a cabo en el camino de mi vida:

“Llénate de ambición, ten empeño,
ten la más loca, la más alta mira.
No temas ser espíritu, ser sueño,
ser ilusión, ser ángel, ser mentira… 
la verdad es un molde, es un diseño,
que rellena mejor quién más delira”!!
–ALMAFUERTE- 

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