Hace más de 2000 años, Jesús caminó hacia el lugar en el cual sería sacrificado, la única visión que viene a mi mente es la de las películas de Hollywood.

Todo maltrecho, herida su espalda por los latigazos, su sangre vertiéndose a borbotones, cansado porque no había podido dormir, adolorido, descalzo sus pies, con hambre y sed, entristecido por lo que ocurría, sin embargo, no se escuchó que se quejara, no gritó ofensas, no maldijo, no se desesperó, no culpó a nadie, no les habló con rencor, no se enojó por lo que hacían ni les reprochó por no defenderlo.

Colocaron la cruz en el suelo, lo despojaron de la poquita ropa que traía, sucia y llena de sangre.

Lo agarraron sin respeto ni misericordia y extendieron sus brazos, le clavaron las manos al madero, el dolor tuvo que ser intenso, porque lo más seguro es que los clavos hayan dañado, tejidos, huesos y tendones, el dolor insoportable, casi hasta hacerlo desmayar. Sus pies los atravesaron, con clavos oxidados y sucios.

Levantaron la cruz, entre el dolor físico, mental y espiritual que estaba experimentando, casi sin poder respirar, murmuró entre sollozos, amor y suplica... ¡Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen!

Aún allí, Jesús nos perdonó, su amor se desbordó por nosotros y hoy gracias a Él puedes ir ante el Padre Celestial.

Jesús cobró fuerzas, sólo para pedir perdón por mí, por usted, por su familia, por la humanidad.

¡Padre consumado es!...

La obra redentora de la cruz fue consumada con la muerte del Mesías.

GLORIA A DIOS EN LAS ALTURAS Y PAZ EN LA TIERRA A LOS HOMBRES DE BUENA VOLUNTAD.

El Señor Jesucristo le bendiga poderosamente 

Kary de Temponi