CULTURA
8 de agosto de 2021
¿Es el tiempo un verdugo implacable o la única condición de posibilidad de nuestra existencia?
En este breve relato, escrito por Oscar Méndez, un hombre teme al futuro, al paso del tiempo, a lo que intuye está por venir. Es un criollo viejo en medio del monte y no han llegado a él los manuales de autoayuda para combatir las expectativas adversas sobre la vejez ni las frases célebres sobre sus bellezas y posibilidades.
El futuro de un gaucho viejo
El hombre sufre un fuerte mareo. Se cae del caballo alazán. Cuando logra sentarse, nota que el caballo lo mira socarrón, o al menos le parece.
Se lo regalaron potro y lo amansó de abajo, sin montarlo. Como los pampas.
Confuso, él piensa en el jodido episodio; mientras tanto, el caballo no se ha movido ni un tranco.
Es un hombre viejo y convive con una mujer bastante más joven. Eso lo tiene un poco envenenado. Sabe bien que mucho no le queda.
De tiempo en tiempo se le aparece la figura de un hombre usando su rastra de los domingos en la cintura, montado en su caballo, tomando mate, con su pava y el resto de sus aperos de matear.
Hasta su cuchillo.
Piensa que debe levantarse. Monta despacio y arranca al trotecito hacia el rancho donde será recibido con el afecto silencioso, acaso sumiso de siempre.
OSCAR MÉNDEZ
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