El conflicto entre La Libertad Avanza (LLA) y el PRO en la provincia de Buenos Aires se intensificó en los últimos días. Dirigentes libertarios endurecieron sus críticas hacia sus socios amarillos, a quienes acusan de mantener acuerdos con el peronismo a cambio de cargos. La alianza, que había nacido para competir electoralmente, parece haber comenzado a desmoronarse una vez concluido el proceso de votación.

Las primeras fricciones quedaron expuestas con la aprobación de la ley de endeudamiento bonaerense. Luego se profundizaron durante la elección de autoridades en el Concejo Deliberante de Bahía Blanca, donde los libertarios denunciaron que el PRO pactó con el peronismo para votar cambios internos y obtener beneficios políticos.

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En ese distrito, el legislador bonaerense Oscar Liberman expresó su malestar al señalar que los acuerdos entre el PRO y el peronismo terminaron elevando impuestos y desplazando al presidente del Concejo, el libertario Mauro Reyes. El mismo mensaje fue amplificado en redes sociales y acompañado por publicaciones periodísticas que advertían sobre un quiebre definitivo de la alianza.

Desde el PRO, en cambio, rechazan las acusaciones y aseguran que son los libertarios quienes actúan de manera contradictoria. Dirigentes del espacio remarcan que en distintos municipios LLA votó en contra de proyectos promovidos por intendentes amarillos e incluso intentó quedarse con conducciones legislativas que no les correspondían por el resultado de las urnas.

Un caso reciente ocurrió en Pinamar, donde el libertario José Luis Arata propuso como presidente del Concejo Deliberante a Daniel Jouffré, quien no había sido electo este año. La iniciativa fue rechazada y finalmente el cargo quedó en manos del oficialista Matías Rapallino, tal como establecía la tradición del distrito. La disputa terminó profundizando el desgaste entre ambos partidos.

En varios municipios bonaerenses, los bloques comparten espacios parlamentarios, aunque en la mayoría continúan separados. La convivencia se ha mostrado frágil, con recriminaciones que se acumulan a cada sesión legislativa.

Desde el PRO insisten en que el acuerdo con LLA fue exclusivamente electoral y que los libertarios adoptaron una postura “destructiva” al intentar erosionar al espacio que, según remarcan, les brindó gobernabilidad en los dos primeros años de gestión nacional. También recuerdan que tuvieron que sostener la campaña bonaerense cuando José Luis Espert, candidato impulsado por Javier Milei, renunció en medio de cuestionamientos por sus vínculos con el narcotráfico.

En este contexto, la exdiputada María Eugenia Vidal publicó un balance crítico en el que destacó los avances del Gobierno, pero advirtió que no habrían sido posibles sin el acompañamiento del PRO. En una columna reciente sostuvo que el partido debe recuperar su identidad para los próximos años, apoyando reformas económicas, pero también marcando errores y distancias cuando sea necesario.

Mientras las tensiones crecen, ambos espacios se mantienen sin ruptura formal, aunque la relación avanza hacia un estado de conflicto permanente. Por el momento, no hay señales de recomposición y la posibilidad de un quiebre definitivo comienza a ganar lugar en el escenario político bonaerense.