El Gobierno anunció una baja de entre uno y dos puntos en las retenciones de los principales granos y oleaginosas, en una maniobra que busca conseguir dólares rápidamente frente a los vencimientos por US$ 2.700 millones que deberán afrontarse el 9 de enero. Aunque la medida beneficia al campo, expertos señalan que su incidencia en la liquidación será marginal y que provocará una importante pérdida fiscal durante 2026.

La soja pasará del 26% al 24%, sus derivados del 24,5% al 22,5%, mientras que trigo y cebada bajarán del 9,5% al 7,5%. El maíz y el sorgo tributarán 8,5% (antes 9,5%), y el girasol 4,5% (antes 5,5%), según lo confirmado por el ministro de Economía, Luis Caputo. Con estas alícuotas, la soja registra su nivel impositivo más bajo en casi dos décadas, según la Bolsa de Comercio de Rosario.

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El Gobierno presenta la decisión como un estímulo a la competitividad del sector agroindustrial, pero omite el efecto negativo en las cuentas públicas. Solo en soja y derivados, la baja implica una pérdida cercana a los 400 millones de dólares, a los que se sumará el impacto del resto de los granos. La cifra total asciende a varios cientos de millones que el Estado dejará de percibir en 2026.

La urgencia por reforzar reservas explica el apuro oficial. La falta de acumulación de divisas se profundizó incluso después de las elecciones y llevó al lanzamiento de un bono en dólares que se licitará mañana. A esto se suma la desaceleración de la liquidación del agro: las ventas de soja pasaron de 200.000 toneladas por día a cerca de 100.000, según el consultor Javier Preciado Patiño.

El especialista sostuvo que la baja de retenciones busca “empujar los precios para que el productor venda y la industria complete el programa de exportación de enero, febrero y marzo”, aunque reconoció que el efecto será limitado. También señaló que la medida apunta a fortalecer el diálogo político con los gobernadores de Córdoba y Santa Fe en pleno debate del Presupuesto 2026.

La caída en la liquidación de cereales y oleaginosas también responde al impacto de la eliminación temporal de retenciones en septiembre, que duró solo tres días y dejó sin stock remanente para fin de año. Datos de CIARA muestran que en octubre las exportaciones cayeron 56% interanual y 84% respecto de septiembre, mientras que en noviembre bajaron un 32% frente al mes previo.

En el propio sector agropecuario admiten que la baja tendrá un efecto acotado. José Luis Volando, vicepresidente de la Federación Agraria, celebró la medida pero aclaró que “no va a influir en la liquidación porque es poca” la reducción. Explicó además que la cosecha gruesa ya terminó y que el trigo, aunque aprovechará la baja, “no moverá demasiado la entrada de dólares”.

Un referente de las cerealeras coincidió en que, si bien el recorte va en “la dirección correcta”, no se esperan grandes cambios en el ritmo de ventas de los productores en los próximos meses.

La decisión se toma en medio de las negociaciones comerciales con Estados Unidos, luego del rechazo de Washington a la eliminación temporal de las retenciones de septiembre. Según Preciado Patiño, el pedido de la administración Trump fue que no haya más “dólar soja”, pero no objetó la baja permanente de alícuotas, como ocurrió cuando descendieron del 30% al 26%.

Mientras el Gobierno busca acelerar la entrada de divisas, queda claro que la medida favorecerá al sector agropecuario a costa de un fuerte sacrificio fiscal y con un impacto moderado en la liquidación de corto plazo.