La recaudación impositiva retrocedió por cuarto mes consecutivo en noviembre y profundizó el deterioro fiscal del Gobierno de Javier Milei. En medio de una economía que no repunta y con un riesgo país en niveles elevados, el Tesoro debe afrontar vencimientos por 13,2 billones de pesos en diciembre y otros 4.000 millones de dólares en enero, mientras el mercado observa con preocupación la falta de señales de reactivación y el incumplimiento de la meta de acumulación de reservas acordada con el Fondo Monetario Internacional.

El impulso inicial que generó el triunfo oficialista en las últimas elecciones legislativas comienza a disiparse entre operadores financieros, que hoy demandan definiciones concretas. La inquietud se centra en la ausencia de un sendero claro de crecimiento que permita mejorar empleo, ingresos y actividad interna, condiciones que sostienen el ajuste fiscal y el respaldo social al programa económico.

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En ese marco, crece el temor de que, sin una recuperación de la industria, la construcción y el comercio, se profundice el desgaste del humor social y se resientan aún más las cuentas públicas.

La recaudación tributaria cayó 8,8% en términos reales durante noviembre y acumula una pérdida del 5,3% en lo que va del año. Según fuentes oficiales, la merma obedece a ingresos extraordinarios registrados en 2024 y a la eliminación de ciertos tributos, aunque en el mercado advierten que el ajuste del gasto difícilmente compense este retroceso.

Medida contra el PBI, la recaudación pasó del 21,7% al 20,6% en un año, con fuertes caídas en Ganancias, IVA e impuestos internos, todos vinculados a la actividad económica. También retrocedieron los recursos asociados al comercio exterior, mientras que el aporte al sistema previsional subió por una modificación en el ajuste del tope de aportes, pese a la pérdida de empleo formal y la caída de salarios.

El total recaudado en noviembre —15,5 billones de pesos— apenas supera el próximo vencimiento del Tesoro, en un contexto marcado por la presión estacional de demanda de pesos y una inflación que seguirá por encima del 2% mensual, lo que anticipa un escenario de subas de tasas de interés para contener tensiones monetarias.

En paralelo, el economista Domingo Cavallo advirtió sobre el impacto inflacionario de las altas tasas reales y nominales: la financiación bancaria encarece costos y, al fijarse créditos en pesos a tasas por varios meses, se refuerza la inercia inflacionaria.

En el frente cambiario se espera menor tensión por la mayor oferta de dólares que suele generar el sector agroexportador en diciembre y por liquidaciones asociadas al endeudamiento corporativo. Sin embargo, el Gobierno está permitiendo que la abundancia de divisas aprecie el tipo de cambio en lugar de reforzar reservas del BCRA, una de las metas centrales acordadas con el FMI.

El incumplimiento del objetivo de acumulación de reservas —que exigía un aumento de 9.000 millones de dólares netos— alimenta la desconfianza de los mercados y complica la posibilidad de acceder al financiamiento internacional justo cuando se aproxima el cierre de la actividad financiera por las fiestas de fin de año.

En este clima, el Gobierno apuesta a que la aprobación de reformas estructurales mejore las expectativas. Pero sin pesos, sin dólares y sin un plan nítido de reactivación, persiste la sensación de fragilidad y se profundiza la incertidumbre.