RINCóN LITERARIO
12 de octubre de 2025
El Acecho de las Animas

Un antiguo castillo medieval, con su foso, sus torres y sus almenas puede ser el sueño de un rico inversor. También puede albergar oscuras historias de muchos siglos atrás. Cristina Tormakh escribe un relato clásico de terror gótico, para los amantes del género.
EL ACECHO DE LAS ÁNIMAS
La noche derramaba su negrura por doquier.
Turbulentos sollozos despertaban de su letargo a la fortaleza medieval. Construída en el siglo XI en las colinas del sur de Gales, se erguía como un coloso fantasmal.
El acaudalado inversor observaba el mobiliario de las distintas salas. Se detuvo ante un cofre. Lo abrió y hojeó un libraco de papiro marfil. Se narraba una feroz revuelta de siervos. Había sido sofocada con muchísima crueldad.
No terminó la lectura. ¿Qué contendrían las últimas páginas? Lo regresó a su sitio. Intensas bocanadas de polvillo rojo carmín emergieron de manera súbita.
En las profundidades del cofre, un reloj de arena marcaba el tiempo, luciendo el símbolo del infinito. ¿Cuál sería su significado? Le pareció algo contradictorio. Luego un dibujo en carbonilla llamó su atención: una madre sostenía a su pequeño y éste con sus manitas le tapaba los ojos. No se veía el rostro de la criatura. Se sentía aturdido. Sobrecogido por esa visión.
Un espejo de latón en forma de estrella colgaba de la pared frontal. Al intentar verse reflejado en él, sólo surgió la imagen de una bellísima mujer. La perplejidad lo invadió.
Tantos descubrimientos sorprendentes lo decidieron: compraría ese castillo lleno de misterio. Lo convertiría en una residencia de gran categoría y con un historial de claro misticismo. Ese sería el principal atractivo para que aventureros poderosos y desafiantes descansaran en un hotel que muchos siglos antes había sido un castillo del Medioevo.
Llantos estruendosos comenzaron a retumbar en todas las salas. El inversor se estremeció. El terror lo paralizó. Comprendió el peligro que lo acechaba al desentrañar secretos ocultos, envueltos en telarañas de un pasado oscuro, de ultrajes y masacres impiadosas. Ya no deseó explotarlo para enriquecerse aún más.
Estaba rodeado por esas fantasmales ausencias. Los sollozos se apagaron de repente.
Hordas de serpientes y dragones asomaron desde las torres y comenzaron un descenso vertiginoso por las lúgubres escalinatas.
Una inquietante profecía, no leída, se hizo realidad en ese mismo instante.
CRISTINA TORMAKH
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