Armani murió este jueves en su casa, acompañado por su familia y por Leo Dell’Orco, su pareja en las últimas dos décadas. Había estado internado semanas atrás por una infección pulmonar que lo obligó a perderse uno de sus desfiles, un hecho excepcional en su extensa carrera marcada por la dedicación constante al trabajo.

“Con una tristeza infinita, el Grupo Armani anuncia el deceso de su creador, fundador y motor infatigable”, expresó la firma en un comunicado, en el que se destacó que el modisto “trabajó hasta sus últimos días, dedicado a las colecciones y a los nuevos proyectos en curso”.

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Su impronta sobria e innovadora redefinió la moda desde los años 70, transformó la silueta femenina y posicionó a Italia en el centro de la escena mundial. Armani se convirtió en un referente de estilo no solo para la alta costura, sino también para el cine, la cultura y la vida cotidiana.

Las reacciones a su partida llegaron desde distintos ámbitos. La primera ministra Giorgia Meloni lo calificó como “un icono y símbolo de la mejor Italia”, mientras que Donatella Versace lo recordó como “un gigante que será eterno en la historia de la moda”. El ministro de Cultura, Alessandro Giuli, remarcó que Armani “fue un embajador de la identidad italiana en el mundo”.

También el cineasta Ferzan Özpetek despidió al modisto con un emotivo mensaje: “En nuestra historia sagrada, los ángeles tienen un cuerpo humano normal… se sabe que son ellos cuando se van. Adorado Giorgio, gracias por estos 27 años de amistad”.

Según lo dispuesto por su familia, la capilla ardiente se instalará el fin de semana en el Armani Teatro de Milán. El funeral, en cambio, será en la intimidad, tal como lo había pedido el propio diseñador en sus últimas voluntades.