El hallazgo se produjo este miércoles, cuando los peritos llegaron a la vivienda y advirtieron un montículo de tierra removida en el fondo, cubierto con una chapa. A pocos metros había un pico con mango de madera embarrado. La excavación reveló una tumba improvisada de 30 centímetros de profundidad por un metro y medio de largo, donde estaba el cuerpo envuelto en sábanas y frazadas.

Al retirarlas, los forenses confirmaron que se trataba de Scrazzolo. Vestía un pijama marrón claro, presentaba golpes en el cráneo, heridas en el abdomen y las manos ensangrentadas. Un detalle particular estremeció a los investigadores: un tatuaje de una rosa con el nombre de su hija de 15 años recorría su antebrazo izquierdo.

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La adolescente quedó bajo custodia del área de Niñez, en situación de abrigo, pero no fue detenida. Su novio, de 24 años, sí quedó arrestado acusado de encubrimiento, aunque la carátula podría modificarse.

La principal hipótesis es que el ataque se produjo en la habitación de la víctima, donde se hallaron manchas de sangre en el colchón y las paredes. Los investigadores sospechan que la mujer fue asesinada con una maza incautada en la escena, aunque no tenía rastros de sangre visibles.

La autopsia aún debe determinar si los golpes en el abdomen eran recientes o previos, pero los forenses estiman que las lesiones en la cabeza fueron las que provocaron la muerte. También constataron que tenía dislocado el meñique izquierdo, probablemente en un intento de defensa.

La fiscal de género Lorena González analiza cámaras de seguridad y teléfonos celulares para reconstruir lo ocurrido. Hasta ahora, el entorno familiar se muestra hermético, lo que dificulta el avance de la investigación en un crimen que sacudió a toda la comunidad.