En el norte de Entre Ríos, Santa Elena emerge como una joya escondida a orillas del río Paraná. A medio camino entre la capital provincial y Corrientes, esta ciudad de poco más de 20 mil habitantes conserva la calma de los pueblos ribereños pero con una riqueza histórica y natural que la convierte en uno de los destinos más atractivos del Litoral argentino.

Su historia está íntimamente ligada al antiguo Frigorífico Santa Elena, que en la primera mitad del siglo XX fue uno de los centros industriales más importantes del país. Construido por capitales ingleses y alemanes, el complejo empleaba a miles de personas y llegó a tener viviendas obreras, hospital, escuela y un sistema ferroviario propio. Si bien dejó de funcionar en los años 80, sus ruinas se mantienen como un monumento a la memoria del trabajo, y se pueden visitar en recorridos autoguiados o con guías locales, ideales para comprender la influencia que tuvo en el desarrollo de toda la región.

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Pero Santa Elena no vive solo de su pasado. El río Paraná ofrece un marco natural inigualable para quienes buscan tranquilidad, pesca o aventura. Uno de los espacios más valorados es su Costanera, donde la vida fluye entre la playa, los muelles, los paseos en kayak y los atardeceres anaranjados que tiñen el paisaje. Durante el verano, el Balneario Municipal se transforma en el epicentro de la actividad turística, con servicios, paradores y actividades al aire libre.

Quienes llegan con caña en mano encuentran su lugar en la zona de Paso de la Arena, reconocida por la pesca del dorado. Santa Elena es sede de importantes torneos deportivos que atraen a competidores de todo el país y de países limítrofes, y forma parte del circuito nacional de pesca embarcada, una tradición que se transmite de generación en generación.

El casco céntrico, con su capilla histórica, sus plazas arboladas y sus bares de pueblo, completa la experiencia. En febrero, los carnavales convocan a miles de visitantes con desfiles, comparsas y color, mientras que durante el año hay propuestas culturales, gastronómicas y actividades ligadas al turismo rural.

Santa Elena ofrece una mezcla perfecta de historia viva, naturaleza generosa y calidez entrerriana. Un destino que todavía conserva su esencia original, lejos del turismo masivo, ideal para descubrir con tiempo y dejarse sorprender.