Así se describe Milei, esa es su bandera. Se vanagloria con el sufrimiento del otro, con la violencia desde la palabra a los hechos, sin importar quién sea el violentado, la edad, la condición o razón.

Hay banderas que defender: la Argentina que para él no representa mucho; la de los Derechos Humanos, tan vapuleada y arrastrada por el odio en estos tiempos; la bandera de la paz, casi extinguida, disfrazada de una “libertad” robada que no existe.
Se apropiaron de la palabra, pero no de sus banderas. La libertad es poder decir, hacer, protestar, discutir, disentir, expresar, respetar; no agraviar, no ofender, no desaparecer.

Hoy nada de eso es Argentina. Hace frío y cada vez hay más ciudadanos y familias viviendo en la calle. Y no es relato, es información. Lamentablemente los vemos: donde había uno hoy hay cinco, y así multiplicados. Hasta hace 7, 4, 2 años atrás eran trabajadores, familias que alquilaban y con esfuerzo mejoraban su calidad de vida.
No es producto de los astros o del tarot. Esto tiene que ver directamente con un proyecto de país devastador, con casi 2 dígitos de desocupación, con la falta de presupuesto para mover el PBI para que todos podamos estar contenidos, y no solo un 5% que son millonarios favorecidos inmensamente a costa de la desaparición de toda una clase: la media.

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Somos parte de los parásitos, zurdos, burros, imbéciles, soretes, mogólicos, hijos de puta, mandriles, a los que “nos va a romper el cul...”. Tantos insultos verborrágicos más que no entran en mi cabeza, pero tristemente sí en la suya, que se extrapola a su ejército de exegetas pagos que hacen un negocio con el dolor de los demás.
Él es el Presidente y su frase es: “No odiamos lo suficiente a...”.

Algunos, los que me cruzo a diario —trabajadores, jubilados, docentes, enfermeros, personas, pueblo— no quieren odiar ni ser odiados. Quieren vivir tranquilamente sin odiar lo suficiente. Queremos amar, regresar a lo solidario, a acompañar a un abuelo a cruzar la calle y no a naturalizar que le peguen y lo gasen cada miércoles por reclamar una jubilación digna.

Los medios construyeron a este hombre y un 30%, con ayuda del establishment, lo llevó a la presidencia transformada en año y medio en un régimen.
Los números no dan, Caputo sigue endeudando otra vez y va por más al país, y los dólares no aparecen.
El ajuste es cada vez más fuerte sobre los que ya no tienen nada que dar, apenas llegan a comer a finales de mes, pero hasta el 8 de julio, donde caducan las facultades delegadas que han permitido al presidente vetar todas las leyes que se votan en las cámaras a favor del pueblo y que le permiten gobernar por DNU.

Mientras enloquecen, y por lo general desde las mujeres, fue Lali, María Becerra, Cristina, hoy Julia Mengolini, periodista a quien la ensuciaron con videos construidos con IA y fake news de la manera más baja y perversa.
Mujeres a las que Milei odia. Sobre la madrugada del domingo hizo 45 posteos en la red X sobre la periodista. Sí, el presidente. ¿Hablame de libertad? ¿Dónde está la de expresión? ¿Por qué agita la bandera de “no odiamos lo suficiente a los periodistas” y los colegas callan?

¿Tiene sus facultades mentales, de acuerdo a lo médicamente aprobado, como para conducir los destinos de una nación y ser jefe de las Fuerzas Armadas?
Quiero levantar esa bandera: la de la salud pública, gratuita y para todos.
Un presupuesto donde los salarios de los médicos no estén bajo los índices de pobreza, los insumos y los hospitales no se caigan a pedazos.
Hablamos del Garrahan, hospital pediátrico de excelencia en Latinoamérica, y el Clínicas, hospital escuela, entre otros.

¿Por qué todos, de un día para otro, nos metimos en medio de una guerra? ¿Por qué apoyamos a Israel y estamos en potencial peligro?
¿Por qué subsidiamos a los habitantes de Israel que quieran vivir acá y expulsamos a bolivianos, brasileños, peruanos, etc., o se pretende arancelarles la vida?

Yo levanto la bandera de una Latinoamérica unida y fuerte.
Las banderas del orgullo LGBTQ+, por lo que se consiguió con lucha y el abrazo colectivo.
La bandera de la cultura, el cine, el teatro, la idiosincrasia argenta.
En definitiva, todas las banderas de igualdad, integración, justicia social, amor y la que abriga tu corazón: la celeste y blanca.

Carla Echichure Castro