La ausencia de Marcos Rojo en el once titular de Boca en el cruce clave ante Independiente no se debió, como se informó inicialmente, a un cuadro febril. A horas de la eliminación en los cuartos de final del torneo local, se supo que el defensor no se presentó al entrenamiento del sábado y fue sancionado por el DT interino, Mariano Herrón, quien decidió enviarlo al banco de suplentes como castigo.

El cuerpo técnico esperaba que Rojo se hiciera presente en el predio de Ezeiza para ser revisado por los médicos del club, como indica la normativa interna, pero el defensor se limitó a informar que no se sentía bien y no asistió. La situación generó malestar y reavivó viejos antecedentes de indisciplina en los que Rojo ya había estado involucrado.

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La decisión se dio justo un año después del recordado episodio de Darío Benedetto y sus “noches alegres, mañanas tristes”, en el que Rojo también fue señalado. El viernes por la noche, Benedetto celebró nuevamente su cumpleaños, en paralelo a la rescisión de su contrato con Olimpia, club que lo desvinculó por bajo rendimiento, indisciplina y problemas con la hinchada.

En Boca, el futuro de Rojo es una incógnita. Su contrato vence en diciembre, y su reincidencia en actitudes polémicas, sumada al desgaste con los hinchas —ya evidenciado por los silbidos tras el partido con Lanús—, pone en duda su continuidad en el club. Mientras tanto, el Consejo de Fútbol analiza los pasos a seguir con uno de los líderes del vestuario.