El Papa Francisco presentó este lunes “dos episodios de insuficiencia respiratoria aguda, causados por una importante acumulación de mucosa endobronquial y el consiguiente broncoespasmo”, según informaron los médicos que lo atienden en el Policlínico Gemelli. Ante este cuadro, el equipo de salud realizó “dos broncoscopías por la necesidad de aspiración de las abundantes secreciones” y, en la tarde, el Pontífice retomó la “ventilación mecánica no invasiva”, tras haberla dejado el día anterior en favor de una oxigenoterapia con flujos elevados.

El parte médico destaca que Francisco “está siempre consciente y colabora”, aunque aclara que “la prognosis sigue siendo reservada”. En horas de la mañana, la Santa Sede había informado que el Papa “descansó bien toda la noche” y que, al despertar, tomó el desayuno y realizó las terapias previstas. Sin embargo, el agravamiento de su estado derivó en una nueva intervención médica y en la necesidad de reformular su agenda.

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El Vaticano confirmó que el Papa permanecerá internado y que no podrá participar en los eventos previstos para el Miércoles de Ceniza. En tanto, para la audiencia con el presidente de Lituania, Gitanas Nauseda, el Pontífice fue reemplazado por el secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin. En los últimos días, Francisco había continuado con algunas tareas, aunque con menor intensidad, y este fin de semana no trabajó.

A pesar del cuadro de salud, el Vaticano difundió dos documentos aprobados recientemente por el Papa. En el primero, dirigido a la Asamblea General de la Pontificia Academia de la Vida, Francisco advirtió sobre la actual “policrisis mundial”, en la que confluyen guerras, crisis climática, pandemias y el impacto de las nuevas tecnologías. En ese marco, alertó sobre la “progresiva irrelevancia de los organismos internacionales” y señaló que Naciones Unidas y sus agencias, como la Unesco, la OIT y la OMS, deben ser fortalecidas para garantizar el bien común global, combatir el hambre y defender los derechos humanos fundamentales.

El Papa también remarcó la necesidad de “organizaciones mundiales más eficaces, dotadas de autoridad para asegurar el bien común del mundo” y advirtió que el multilateralismo no debe depender “de las circunstancias políticas ni de los intereses de pocos”. Además, señaló que la pandemia de COVID-19 fue una “ocasión desaprovechada” para transformar la conciencia social y promover cambios estructurales.

El segundo documento establece que la 111ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, que tradicionalmente se celebra el último domingo de septiembre, este año se llevará a cabo el 4 y 5 de octubre, en coincidencia con el mini Jubileo del Migrante y del Mundo Misionero. Con el lema “Migrantes, misioneros de esperanza”, el texto destaca la resiliencia de quienes buscan un futuro mejor más allá de sus fronteras y la forma en que, en muchas comunidades, contribuyen a revitalizar la fe y el diálogo interreligioso.

Mientras la salud del Papa sigue bajo estricta observación, el Vaticano mantiene la cautela y evita pronunciarse sobre su evolución en los próximos días. En tanto, la prensa aguarda un parte oficial más detallado sobre su estado.