CULTURA
6 de enero de 2025
Leo Prestia: "Los consejos que me dio Alfredo Alcón, hoy los tengo como ley de vida"
Historia de vida del destacado director teatral de "Claveles Rojos"
El director teatral y actor aspiraba a ser futbolista profesional. Pero tuvo que colgar los botines por una lesión y por cumplir con el mandato familiar. Aunque no terminó la carrera de ingeniería industrial (faltan dos materias), los conocimientos le sirvieron para que trabajase en una compañía multinacional. Pero la vorágine diaria y la exigencia mental, hicieron replantearse su vida. Halló la paz y la vocación, cuando descubrió la actuación. Sobre todo, cuando fue a ver 11 veces una obra protagonizada por Alfredo Alcón y terminó recibiendo sus sabios consejos. Hasta el 15 de noviembre pasado estuvo dirigiendo la decimocuarta temporada de “Claveles rojos”, en el teatro El Ojo. Hay pequeñas situaciones en la vida que modifican el rumbo de la historia de las personas. Y si no que lo diga Leonardo “Leo” Prestia, quien ansiaba triunfar como futbolista profesional (llegó a jugar en Club Sportivo Italiano), pero tuvo que colgar los botines por culpa de una lesión. Al poco tiempo, luego de consultarlo con la almohada y dar cumplimiento con el mandato familiar, se inscribió en una carrera universitaria (ingeniería industrial) que no terminó (restan dos materias). Aunque los conocimientos le sirvieron para ingresar, primero, en una empresa de telecomunicaciones y, posteriormente, en una compañía multinacional. “Si hubiese insistido con el deporte profesional, quizá no hubiese tenido ese desarrollo que me permitió ingresar a esas empresas y conocer a personas muy inteligentes que me ayudaron mucho”, sostiene Leo acerca de los trabajos que le propiciaron buenos ingresos económicos. Sin embargo, todo lo que brilla no es oro. Es que una mañana, la vorágine diaria y la exigencia mental para lograr mayor productividad, hicieron que pidiera auxilio al universo. “Un lunes lluvioso de invierno, luego de participar en una reunión de ventas, venía a bordo de mi auto con una carga extrema de estrés. Al detenerme en las vías que separa a Puerto Madero del resto de la ciudad, para que pase el tren, pensé: ‘salgamos de esta situación. Debo escapar de la rutina”, afirma Leo sentado a la mesa de un bar, en el barrio porteño de Boedo. Mientras revuelve el café, agrega que, después de ingresar al buscador del celular lo primero que le apareció fue la palabra teatro. “Abro el link y era una nota que le habían hecho a Laura Bove, haciendo referencia a su historia con Sandro. Al pie de la misma, decía que ella daba clases de teatro y había un número de contacto. Marqué y me atendió Laura. El destino estaba escrito”, admite el hijo de una pianista argentina y un sastre italiano. La pregunta de la actriz, dramaturga, docente y directora teatral (fallecida en noviembre de 2020) no se hizo esperar. “¿Para qué querés estudiar teatro?’ Sorprendido, respondí: ¡no sé! ¿Dónde estás ahora?, me preguntó. ‘Esperando que pase un tren, contesté’. Laura apeló al humor: ‘¡Tratá de no suicidarte! Cuando pase el tren, venite para mi casa’, me ordenó. Aunque tenía que ir a visitar un cliente, le pedí su dirección y fui. Me recibió sin estar producida”, relata sonrisa mediante. Apenas ingresó a la casa/estudio, Leo respondió una serie de interrogantes. Por cierto, la última lo sorprendió. “¿Vos quién sos? ‘Y si lo vamos viendo con el correr de las clases’, le propuse. Laura puntualizó: ‘respuesta perfecta. Venite el martes’. Así lo hice. Me encontré con grupo de gente muy humana. Porque venía del mundo técnico, en donde había que dar resultados todo el tiempo”, rememora el artista que, luego de superar una muestra con texto, junto a sus compañeros, recibió el diploma. A partir de allí, Prestia se envalentonó con la actuación. “Se me abrió un portal en la cabeza. Entendí que el idioma de las emociones es diferente al idioma intelectual. Es lo que hoy le digo a los actores: ‘este no es un trabajo para los mediocres y las personas comunes’. Y no porque las personas comunes sean malas, sino porque acá, podes subirte en un escenario si sos valiente”, puntualiza. Aunque han pasado diecisiete años, Leo tiene muy presente una anécdota con Alfredo Alcón. “Mientras estudiaba teatro fui a verlo en ‘Muerte de un viajante’. En la obra de Artur Miller hay un momento en que toda la plantea se para para aplaudir. Hasta que Alcón pide ‘paren, porque tenemos que seguir’. Los actores retoman la actuación, pasan tres minutos y la gente vuelve a pararse y aplaudir. Todo eso, me impactó tanto que fui a ver la obra durante 11 veces consecutivas, en la sala Pablo Picasso, del Paseo La Plaza”, confiesa el actor y director. Luego de otro sorbo de café, Prestia remora con lujo de detalles: “En la función N° 11, luego de caer el telón, Alfredo giró la cabeza y me señaló una puerta, como diciendo ‘vení al camarín’. Desde mi butaca, pregunté: ‘¿a mí, me estás hablando?’ ‘Sí. Vení al camarín’, insistió. Minutos después ingresé. Con cierto nerviosismo, lo saludé. Él, mirándome a los ojos, preguntó: ‘Decime una cosa. Yo veo todo desde el escenario. Hace 11 funciones que estuviste viniendo a ver la obra. ¿Por qué?’. ‘No lo sé. Pero necesito vivirlo una y otra vez. Necesito esta emoción’, respondí. De inmediato, me preguntó con quién estudiaba teatro. Al decirle con Laura Bove, no tardó en decir que era una amiga”. Antes de partir, Alcón estrechó las manos y le brindó consejos. “Conéctate siempre con las emociones. No seas intelectual. El trabajo del actor es el más duro y el más arriesgado. Pero es el que más satisfacciones te va a dar’. De inmediato, salí del camarín, regresé a casa y empecé a poner en práctica esos consejos, que hoy lo tengo como ley de vida”, puntualiza. Tras completar sus estudios de actuación con Bove, Leo se interesó por la dirección. Ella, al ver su interés, dijo: “cada director le da su huella digital”. Muy entusiasmado, el nieto de calabreses se volvió a poner a su disposición, formándose como director teatral. Posteriormente, el ariano continuó su entrenamiento actoral con otros grandes maestros, como Luis Agustoni, Agustín Alezzo, Rubén Schumacher. “La primera línea de profesores de teatro de Argentina”, remarca Prestia, quien entre 2007 y la actualidad actuó en más de 20 obras. Aunque su primera experiencia como director fue en un escenario barrial con actores aficionados en una obra escrita por ellos mismos, Leo debutó profesionalmente en teatro El Tinglado, con “Muerte accidental de un anarquista”, del actor y dramaturgo Darío Fo. “La sala estaba totalmente colmada, había muchos críticos y tuve una de las mejores críticas de mi vida”, afirma con orgullo el talentoso actor y director, que luego siguió con “Carne de cañón”. Hasta el 15 de noviembre pasado estuvo dirigiendo la decimocuarta temporada de “Claveles Rojos”, en el teatro El Ojo. “Cuando me llegó la propuesta, ya conocía la obra, porque había actuado en ella durante tres temporadas. Todo se inició antes de la pandemia, cuando se estaba representando en el Metropolitan, con dirección de Luis Agustoni. Un día, fui a ver la obra y se me ocurrieron ideas nuevas con respecto a la dirección. ‘Yo la podría hacer más teatral’, pensé cuando cayó el telón y regresaba a mi casa”, declara. Tres meses después, recibió la visita de un protagonista, quien le dijo: ‘Luis no la puede dirigir más porque se enfermó. ¿Querés dirigirla?’. Le respondí que lo haría si el maestro daba la aprobación. Tras obtenerla, estrenamos mi versión en la sala Pablo Neruda, de Paseo La Plaza. Lamentablemente, Agustoni no pudo verla, a pesar de que le envié videos, mientras estaba hospitalizado”. El oriundo del barrio de Palermo está muy persuadido de que si en otra vida, tuviera que pararse con su vehículo en un paso a nivel hasta que pase el tren, volvería a elegir la actuación. “Porque me sigo preguntando ¿para qué sirvo? Creo que la única respuesta es esta: sirvo para cambiar al otro, pasarle emoción. Hacerlo sentir vivo”, concluye Leo Prestia. Para saber más del destacado director teatral y actor, visitar su Instagram: @leo_prestia
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