CULTURA
10 de noviembre de 2024
Pasado desfigurado
Obras de Fabiola Gonzáles, Rubén Saavedra y Alexander Tongombol
Inauguración: Viernes 15 de noviembre 18 hs
Hasta el domingo 15 de diciembre
De miércoles a domingos de 15 a 20hs.
Riobamba 985. Gratis
La Embajada del Perú en Argentina y la Secretaría de Cultura de la Nación inauguran en la Casa Nacional del Bicentenario Pasado desfigurado, una exposición de obras de los artistas peruanos Fabiola Gonzáles, Rubén Saavedra y Alexander Tongombol.
Se trata de una serie de 48 trabajos en los que los artistas dialogan a propósito del pasado: como tema, como recuerdo, como trampolín de un futuro que se busca o que se encuentra de manera fortuita. Pinturas, collages y técnica mixta para dar cuenta de un recorrido en el que los caminos de estos tres jóvenes artistas confluyen para volver a dispararse en direcciones diversas.
La exhibición se podrá visitar hasta el domingo 15 de diciembre, en el primer piso de la Casa.
TEXTO CURATORIAL
Hablar del pasado inevitablemente involucra una suerte de desfiguración, aquella imagen que proyecta nuestra memoria en la pantalla interior cuando cerramos los ojos, nunca es nítida, pero es profunda. El presente dura poco, segundo a segundo, transita esquivo e inaprehensible, de esa manera es difícil no estar casi permanentemente en el pasado.
En esta muestra, los tres artistas coinciden en esto del llamado al pasado, pero vuela cada uno a una arista distinta respecto a qué sensación de lo pasado evocan:
Para Tongombol es una mirada a la fragilidad de la infraestructura colonial limeña. Al mencionar, en sus palabras, la “arquitectura de la angustia”, no solo hace mención a edificaciones en riesgo del colapso sino también hay una consternación social por quienes lo habitan. El cartón como soporte de su arte contribuye a esta escenificación, pues más allá de su irregularidad, lleva consigo una identidad de lo marginal, de la subsistencia a diario expuesta en vitrina, o quizá sería más acertado, en este caso, expuesta en balcones.
En la obra de Fabiola Gonzáles, el pasado vuelve a manera de postales familiares, recuerdos de cumpleaños y la algarabía infantil a la que la artista añade una capa de lo que podría ser, quizá, la primera carga de adultez sobre un niño: la conciencia, si se quiere incipiente, que desarrollan los chicos del esfuerzo que hace un padre cuando escasean los recursos, la punzada en la memoria que acompaña el goce del momento, la dualidad misma de la existencia. Recordando un célebre diálogo entre Roberto Benigni y Tom Waits: “Es un mundo triste y hermoso, amigo”. Lo resume bastante bien.
En los lienzos de Rubén Saavedra tenemos al pasado y al presente confluyendo en un puente imposible, lo histórico y lo contemporáneo conviviendo. Lo satírico con la dosis de humor que le es inherente, hace mención a distintos pasajes inolvidables (para bien o para mal) de la cosmovisión peruana, resignificándolos y orientándolos a una crítica sociopolítica de nuestro presente. La pintura como advertencia a futuro, recordando que el pasado puede ser pesado si no decidimos aprender de él.
Las obras de Saavedra, Gonzáles y Tongombol nos recuerdan que no hay pasado digno de ser evocado sin una profundidad que lo haga meritorio de traerlo al presente, este que experimentamos en este instante al terminar de leer estas líneas o recorrer estas imágenes que quedarán en algún lugar de nuestra memoria.
Cristias Rosas Chocano
SOBRE LOS ARTISTAS Y SU OBRA
Fabiola Gonzáles
Lima, 1995
Artista visual y gestora cultural, estudió Pintura en la facultad de Arte & Diseño de la Pontificia Universidad Católica del Perú, e ilustración editorial en Toulouse Lautrec. En sus obras evidencia las variantes de la afectividad, la deconstrucción de la memoria y la forma en que se contienen en archivos domésticos y espacios privados. De esta manera se introduce hacia nuevas narraciones donde habitan el collage, la fotografía, la pintura y la instalación, al observar la dimensión de la afectividad y las formas de reproducción en distintos soportes, espacios y encuentros.
La obra de Fabiola Gonzáles entre 2023 y 2024 se centra en retratar la infancia desde una mirada crítica y reveladora. En sus pinturas, explora fiestas infantiles que, lejos de ser meros escenarios de celebración, se transforman en rituales de corrección y control. Gonzáles utiliza estos momentos aparentemente inocentes para develar patrones de conducta impuestos desde la niñez, diseñados para perpetuar una violencia simbólica que atraviesa generaciones
Su propuesta se interesa en descomprimir los archivos familiares, explorando las tensiones entre lo que se recuerda y lo que se oculta, para ofrecer una representación sin secretos ni artificios. A través de su investigación artística con los archivos, Gonzáles construye una narrativa que revalora esos momentos cargados de vulnerabilidad, donde desafía el mito del creador solitario al generar una extensión emocional en su proceso creativo como una forma de amor y protección hacia los recuerdos compartidos.
La complejidad de recordar una infancia marcada por crisis económicas y la desesperación de los padres por ofrecer estabilidad en un entorno incierto, como lo fueron los años noventa, son los escenarios que aborda en su pintura. Las imágenes aparentemente alegres de cumpleaños y fiestas son un recordatorio de los esfuerzos por ocultar la precariedad y, al mismo tiempo, un testimonio de cómo esos recuerdos siguen moldeando nuestra percepción del pasado y del presente. La joven artista emplea una técnica mixta que combina acrílico, spray y tizas pasteles, para evocar la naturaleza fugaz de la memoria, su velocidad y las múltiples posibilidades que despliega la inmediatez. Los crayones y pasteles añaden un trazo sincero y elemental, que remite a la autenticidad del gesto infantil. Su paleta de colores, intensamente saturada, se erige como protagonista visual, revelando recuerdos y emociones que se manifiestan con una presencia vibrante y profundamente significativa.
En tiempos de inmediatez e inmaterialidad, la artista nos permite soñar sin dormir, transportándonos a una dimensión donde los recuerdos de la niñez se mezclan con destellos de reminiscencias. La propuesta de Gonzáles es, en última instancia, un tributo a la infancia, a ese espacio que, a menudo, intentamos ocultar o escapar: una dualidad entre la celebración y la angustia por un futuro incierto. Cada obra nos reta a desentrañar los secretos que habitan en nuestros propios recuerdos y a reconocer la complejidad de crecer en un entorno donde lo lúdico y lo sombrío coexisten, generando un diálogo constante entre lo que fuimos y lo que somos.
Rubén Saavedra
Chilcayo, 1992
Realizó estudios de arquitectura, para luego estudiar arte en la Escuela de Bellas Artes “Macedonio de la Torre” de Trujillo. Su propuesta artística está basada en la reflexión histórica, dialéctica y estética sobre la Historia del Arte, a través de un eclecticismo temático. Su obra interpela la memoria colectiva como la sucesión de hechos que reconstruye a su manera. Así, juega con lo autóctono y también con lo hispano, lo que lleva a mostrar la forma auténtica de ser mestizos en la amplitud de la palabra.
Las obras que se exhiben fueron construidas a partir de las diversas imágenes de la Historia del Arte y de las civilizaciones en general. En esta exposición se pone en juego un contraste de ideas, políticas y creencias, y se evidencia una crítica a nuestras sociedades, en especial la peruana y la latinoamericana. A partir de la utilización de elementos precolombinos y contemporáneos, el lenguaje que aquí se despliega es una apropiación de elementos de la fotografía, la pintura, los carteles, la arquitectura y la escultura. En todo momento, existe una combinación de los diversos recursos visuales que son habituales en el siglo XXI.
Como en todo conjunto de obras presentadas, se trata de fecundar nuevas historias distorsionando los discursos ya conocidos. En esta oportunidad, para tener una lectura distópica que llame a la reflexión de nuestra historia como república. A pesar de que juega entre lo absurdo y lo situacional, el arte es un elemento de evocación hacia la libertad. El imaginario que presentan estas obras, a pesar de estar basado en elementos históricos, es prueba de ello.
Alexander Tongombol
Cajamarca, 1989
Egresado de la Escuela de Arte de Cajamarca “Mario Urteaga Alvarado", en la especialidad de pintura. Su obra plantea la posibilidad de pensar pasado y presente desde su representación, desde una imagen real o un tiempo en escena, generando diversas lecturas, lo que conduce a pensar en lo pasado no en un relato particular único e inequívoco, sino plural y divergente. Hace uso de material reciclado, por lo intrincado y precario que es, logrando buenos resultados a base de técnicas mixtas en contexto contemporáneo.
Sobre su obra, nos dice: "En este proyecto, exploro la riqueza y fragilidad de la arquitectura histórica del Perú, enfocándome en las construcciones virreinales, coloniales y republicanas que, a pesar del paso del tiempo, conservan una belleza encantadora en su decadencia. Estas edificaciones, muchas de las cuales se encuentran en el Centro Histórico de Lima y de otras ciudades del Perú, son testigos de una historia profunda y significativa, ofreciendo refugio y calidez, aunque a menudo poniendo en riesgo la vida de quienes las habitan.
Utilizando cartón reciclado como soporte, busco representar el olvido y el abandono que sufren tanto estas estructuras como el propio material. Cada pieza de cartón tiene su propia historia, marcada por manchas, dobleces y desgastes, reflejando las cicatrices de un patrimonio abusado por la modernidad y la contaminación visual. A través de la pintura —ya sea óleo, acrílico, acuarela o dibujo— y técnicas de calado, mis obras toman forma en miniaturas que evocan la arquitectura angustiada de nuestro entorno.
Mi labor para transformar el cartón desechado en obras nace de una profunda apreciación por la imperfección y la singularidad de este material. Los desafíos intrincados; sus superficies pueden ser ásperas, desgastadas e impredecibles. Sin embargo, es precisamente en esas características donde encuentro la esencia de la belleza. Así, mi trabajo no sólo busca crear arte visual, sino también suscitar una reflexión sobre la historia y la identidad, invitando al espectador a redescubrir el valor oculto en lo aparentemente ordinario.
Este proyecto no es solamente un homenaje a las edificaciones en riesgo de desaparición, sino también una invitación a generar conciencia sobre la importancia de preservar nuestro legado histórico. A través de este diálogo visual, espero fomentar un cambio de percepción positiva hacia nuestro patrimonio, resaltando su belleza y la necesidad de protegerlo. Al final, cada obra se convierte en un reflejo de la vida que habita en su interior, capturando momentos de cotidianidad en un contexto de nostalgia y esperanza. Mi intención es que el espectador pueda apreciar la profundidad de estas historias y reconocer el valor de un patrimonio que, aunque en peligro, aún puede inspirar y elevar el espíritu."
+ Info en https://casadelbicentenario.cultura.gob.ar/
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