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11 de octubre de 2024

Las Vías del Recuerdo

En un pequeño pueblo rodeado de montañas, había una antigua estación de trenes. Las vías, desgastadas por el tiempo, se extendían como un camino hacia lo desconocido, llenas de historias y recuerdos. Cada día, el sol iluminaba las traviesas de madera, y el viento susurraba secretos de viajeros que habían pasado por allí.

Una mañana, Clara, una joven soñadora, decidió explorar la estación. Desde pequeña había escuchado a su abuelo contarle sobre las aventuras que vivió viajando en tren. Con nostalgia en su voz, él recordaba cómo cada parada era una nueva historia, un nuevo paisaje, y cómo las vías lo llevaban a lugares inesperados.

Clara se sentó en un banco de la estación, imaginando a los viajeros que habían esperado allí. Se preguntaba cuántos sueños habían abordado esos vagones y cuántas despedidas se habían llevado a cabo. Mientras reflexionaba, un tren antiguo apareció en el horizonte, silbando con fuerza. Su corazón se aceleró. Era un tren que ella nunca había visto antes, con un brillo dorado que lo hacía parecer mágico.

Cuando el tren se detuvo, la puerta se abrió lentamente, y un anciano apareció, con una sonrisa cálida y ojos llenos de historias. "¿Quieres viajar conmigo?", preguntó. Clara, emocionada, asintió sin dudarlo. Subió al vagón y se encontró rodeada de fotografías de viajeros y mapas de destinos lejanos.

El anciano le explicó que cada fotografía representaba una historia. "Las vías no solo conectan lugares", dijo, "sino también corazones y sueños. Cada viaje es una oportunidad para descubrir algo nuevo".

A medida que el tren avanzaba, Clara comenzó a ver los paisajes que cambiaban rápidamente por la ventana: praderas verdes, ríos serpenteantes y montañas majestuosas. Con cada parada, el anciano compartía las historias de aquellos que habían viajado antes que ella: una mujer que encontró el amor en una estación lejana, un niño que soñaba con ser piloto y un artista que se inspiró en los colores del atardecer.

Clara se dio cuenta de que las vías eran más que metal y madera; eran un símbolo de la vida misma. Cada elección que hacían las personas era como elegir una dirección en el vasto mapa de la existencia.

Finalmente, el tren llegó a un destino que Clara no reconoció. Era un lugar lleno de flores y risas, donde la gente se reunía para compartir sus historias. El anciano le sonrió y le dijo: "Este es el lugar donde las historias se entrelazan. Aquí es donde comienzan los nuevos viajes".

Clara entendió que, aunque el tren había llegado a su fin, su viaje apenas comenzaba. Las vías seguirían extendiéndose, llevando a más soñadores a sus destinos. Con el corazón lleno de gratitud, prometió nunca olvidar las lecciones aprendidas y, sobre todo, que cada vía que elija en la vida la guiaría hacia nuevas aventuras.

Al bajar del tren, miró hacia atrás una vez más. El anciano le hizo un gesto de despedida, y con eso, Clara supo que siempre llevaría consigo las historias de las vías del tren, listas para ser contadas y compartidas.

 

Celso Raul Serrano

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