Bien dislocada

Decían que estaba loca, pero él ya sabía que estaba así, casi, más que loca, así nomás, loca como una cabra dislocada, loca fantasiosa, loca como las grandes locas de la historia, loca simple, compleja, loca libre y atada de pies y manos, aunque loca sagrada como una virgen que millones de personas se enajenan por venerar, tan igual de loca, fatal, eludible, loca melancólica los días de lluvia y también con chispa de sol radiante, como nadie se imagina la locura que le sigue a una loca fugaz, intermitente, soberbia, loca renovada, preservada como loca linda, pero tan loca, como su madre y la mía que aún no se sabe loca, aunque lo intenta, y te copia porque le agradas loca, tan inmensamente loca como que te falta un tornillo porque perdiste la tuerca hace rato y nadie quiso ayudarte a encontrarla y tuviste miedo a ser cuerda y seguiste con tu locura, tan loca de atar, de soltar, de no perderte en la oscuridad o en la claridad de las locas como un plumero que pierde plumas de vaya a saber uno de que ave desplumada que aprovechaste locamente para que se te vuelen los pájaros, los locos y los no tanto como vos, a veces, que se sabe que estás loca como la balada, piantada, piantada, que te patina el coco, el moño y que se te cruzan los cables, porque te gusta ser loca, más loca que un psiquiatra al que vas a consulta para vanagloriarte y recordarle a Nietzsche que dijo “que hay que estar un poco loco para aguantar a tanto idiota”, idiota, que te somete a la cordura que no va con vos, que, realmente, si, estás loca, loca de laberinto, paranoica, venenosa y al mismo tiempo inofensiva como un canario y de cuando en cuando, a veces, como dinamita a punto de explotar como loca mala.

VIVIANA BATTISTESA