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3 de febrero de 2024

Tercera jornada consecutiva de represión policial a manifestantes afuera del Congreso

Por: Carlos Rodriguez

Las fuerzas federales emplearon granadas de gas lacrimógeno, gas pimienta y bastonazos en su enfrentamiento con los manifestantes, periodistas y fotógrafos.

Por tercer día consecutivo, los alrededores del Congreso fueron testigos dela represión  policíal a manifestantes que se oponen a la aprobación de la llamada Ley Bases impulsada por el Gobierno. La jornada concluyó con una decena de detenidos, incluyendo a dos reporteros gráficos.

Las fuerzas de seguridad utilizaron granadas de gas lacrimógeno, gas pimienta y bastonazos para dispersar a los manifestantes, quienes respondieron arrojando piedras y botellas.

Mientras la sesión de Diputados llegaba a su término con la aprobación general del proyecto de ley ómnibus, en la plaza del Congreso se desplegó un masivo operativo de fuerzas de seguridad nacionales con el objetivo de contener la manifestación de organizaciones sociales y políticas que se oponían al proyecto, tildado de destructor de las estructuras del Estado. A medida que avanzaban las horas, este operativo evolucionó hacia provocaciones a los manifestantes, aparentemente con la intención de justificar una represión que incluyó enfrentamientos, gases lacrimógenos, balas de goma y la detención de casi una docena de personas. Los últimos siete detenidos fueron literalmente interceptados cerca de la medianoche en las tres primeras cuadras de la avenida Callao, donde fueron esposados y mantenidos en la esquina de Juan Domingo Perón, mientras la Policía de la Ciudad, en colaboración represiva, procedía a su identificación para luego trasladarlos a una dependencia policial.

Después de las 22 horas, apenas quedaban manifestantes, y los pocos que persistían cuestionaban a los policías por los cuatro detenidos hasta ese momento. Sin embargo, parecía que los efectivos tenían instrucciones de realizar más detenciones, ya que, mientras el tránsito se restablecía en la avenida Callao, repentinamente reaccionaban y perseguían a algunos jóvenes. Estas detenciones se llevaban a cabo de manera violenta, con media docena de efectivos reduciendo a un individuo en sus veinte años, mientras otros intentaban evitar que los medios documentaran el trato agresivo que recibían por el simple hecho de protestar.

Cerca de la medianoche, contingentes de agentes de la Policía Federal se desplazaron desde la calle Perón hasta la avenida Callao. Una línea adicional de efectivos bloqueaba el giro de los vehículos hacia el oeste. Mientras se encontraban en esa posición, se desataron carreras y disturbios en la avenida Callao. A través de los radios de la Policía, se podía escuchar cómo se llevaba a cabo la identificación de personas a ser detenidas. Fue así como al menos siete individuos fueron capturados y posteriormente trasladados a la intersección de Perón y Callao. Allí, fueron sentados, esposados y esperaron a que la Policía de la Ciudad los identificara antes de proceder a su detención.

 

En la plaza del Congreso se congregaron militantes de diversas agrupaciones y gremios, como la Central de Trabajadores de la Argentina Autónoma (CTA-A), el Sindicato Único de Trabajadores del Neumático Argentino (Sutna), el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), Polo Obrero, Partido Obrero, Libres del Sur, Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST), Izquierda Socialista, entre otros.

Desde el principio, las fuerzas de seguridad buscaron mantener a los manifestantes en la vereda. Una larga fila de agentes de la Policía Federal y la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) actuaba como una barrera humana para evitar el corte de la avenida Entre Ríos.

Las motocicletas de la Federal se desplazaban ostentosamente por la avenida Rivadavia. De repente, un joven salió entre la multitud, corrió hacia una de las motos, saltó y se abrazó al policía acompañante. La maniobra desestabilizó al conductor y los tres cayeron de manera aparatosa. El joven se levantó y huyó, celebrando la caída de los policías.

Poco antes de las 20 horas, las fuerzas de seguridad permitieron la reapertura del tránsito en Rivadavia. Media hora después, los agentes se retiraron unos metros, permitiendo que un grupo de jóvenes bajara a la calzada y encendiera una fogata con cajas de cartón, maderas y hasta un colchón.

Apareció un camión de bomberos en contramano por Rivadavia, acompañado por efectivos de la Prefectura con cascos, escudos y bastones. Sin embargo, el camión se retiró lentamente. La fila de prefectos avanzó hacia la fogata en Montevideo.

Las motocicletas de la Federal reaparecieron, acelerando sus motores. Sobrepasaron a los prefectos y comenzaron las detonaciones. En la oscuridad, dispersaron con palos, spray de pimienta y balas de goma. Cuando superaron la fogata, el camión de bomberos la extinguió rápidamente.

La Prefectura ocupó la esquina de Rivadavia y Montevideo, aparentemente restableciendo la calma. No obstante, la Federal tenía otros planes. Cinco agentes se lanzaron contra un joven con una cámara en la esquina de Rivadavia y Callao, llevándoselo entre seis policías. Golpeado y agotado, gritaba su nombre, Sergio Rivotta.

A pocos metros, detuvieron al periodista chileno Pablo Sabando Aburto, residente en Argentina desde hace seis años. Estas detenciones no serían las últimas. La estrategia de las fuerzas de seguridad era clara: avanzar, recuperar terreno, agitar a los manifestantes, irritarlos y luego retirarse. Entonces, una vez que los manifestantes regresaban a la calle, las fuerzas de seguridad reiniciaban su persecución.

 

Fuente: pagina12.com.ar

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