El cine, la pintura, la música, el teatro; la expresión, en su menor o mayor masividad, distingue a cada uno de nosotros e invita a otros lejanos a conocernos, a disfrutar de nuestras comidas, recorrer cada espacio de lo que la naturaleza nos regala y admirarla. Somos la construcción de años, décadas, con nuestros modismos, colores, paisajes y suelos.

Argentina, es el tango, el lunfardo, Gardel; también Argentina es la revista La Calle Corrientes, los teatros, la carne y el vino, las empanadas, el Colón y el San Martín, el Maipo y San Telmo, La Boca. Argentina, la de Maradona y Messi, y el fulbito en el potrero, las villas y Puerto Madero con el Puente de la Mujer, exquisito arte. Argentina de Jorge o Francisco, el Papa, y su San Lorenzo que no olvida, el mate y los bizcochos de grasa.

Desde Evita en el teatro radial y José Martínez Suárez en sus películas, hasta la Coca Sarli, Gasalla y la China Zorrilla, así nos conocieron por nuestra historia, por el cine y nuestros artistas, porque el arte es todo.

El orgullo de que Darín o Norma Aleandro nos traigan un Oscar, o que Diego y Messi nos traigan una copa. Todo queda plasmado por las películas, la fotografía, las voces que jamás se olvidan; Cacho Fontana, Mirtha Legrand, Olmedo y Porcel.

Podríamos seguir y emocionarnos con los recuerdos, pero debemos seguir escribiendo la historia y contándola, porque es nuestro ADN. Defender la cultura es un deber, por los que ya no están y por nuestros hijos, porque la identidad no es tu apellido; la identidad es tu bandera, tu idioma, tu tierra y las páginas que vas a escribir sin darte cuenta en la cultura popular. Nunca es un déficit, es una inversión; es la expresión de todos y el derecho a ser.

Podemos tener discrepancias ideológicas, religiosas, deportivas, pero nunca culturales, porque somos hijos de un pueblo originario y de los inmigrantes. Estamos hechos de sus luchas y sus errores. "No permitamos que maten nuestra identidad".

Carla Echichure Castro 

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