30 de julio de 2023
Fantasmas reincidentes

El fantasma-piensa Freud-es el espantoso punto medio entre el recuerdo y el olvido; podríamos decir que es algo que se ha perdido pero no del todo, no lo suficiente. María Eva Maguire escribe sobre un antiguo recuerdo infantil que tomó visos de pesadilla, en aquella época en que las cosas no eran llamadas por su nombre.
Fantasmas reincidentes
En el colegio de monjas era habitual que para las niñas y jóvenes se realizaran los retiros espirituales por lo menos una vez al año. Se hacían dentro del colegio durante dos días y se debía mantener silencio absoluto durante ese tiempo. Una de las monjas hacía lecturas en voz alta sobre algún tema en especial y luego debíamos hacer reflexión sobre ello acompañado con oraciones. En ese entonces tenía doce años y el tema que se trató fue la vida de María Goretti, una joven italiana de 16 años que, según nos relataron, murió “defendiendo su pureza”.
Éramos muy niñas aún y poco comprendíamos del lenguaje elíptico que usaban las adultas para explicarnos lo que hoy podría definirse como un femicidio. Todas las niñas imaginábamos escenas horrorosas, pero no sabíamos cómo definirlas, ni cómo interpretarlas. No sabíamos qué era la virginidad, ni siquiera qué significaba una violación.
Estábamos asustadas y avergonzadas pensando que cualquier hombre que se nos acercara podría ser un monstruo capaz de producirnos un dolor infinito, pero no sabíamos ni dónde, ni cómo, aunque se intuía que podían ser aquellos lugares del cuerpo de absoluta intimidad.
Nos daba escalofríos pensar que ese ser, varón monstruoso, nos pudiera desencadenar la muerte solo por defender lo que ellas llamaban “la pureza”.
Los fantasmas nos llenaban de duda y de angustia. Todos los hombres que nos rodeaban entraban en la categoría de dudosos.
Eran las épocas en las que no sabíamos cómo preguntar, ni a quiénes preguntar.
Luego de los retiros espirituales, periódicamente durante ese año nos aparecían esos fantasmas y el recuerdo de María Goretti nos llenaba de preguntas sin respuestas.
Pasaron los años y, ya siendo adultas, nos hemos encontrado algunas de aquellas compañeras del colegio y en las conversaciones siguió apareciendo ese miedo primitivo, casi con vergüenza por nuestra ingenuidad y por el estado de ignorancia en el que nos mantenían.
Las conclusiones siempre versaron sobre lo mismo, como si fuera un reloj que repitiera las horas sin descanso. A pesar del avance y la comprensión de la sexualidad humana y sus diversas formas, siempre se agita un recuerdo fantasmagórico de aquellas primeras versiones de mujeres inmoladas.
MARÍA EVA MAGUIRE
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