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CULTURA

15 de enero de 2023

LA FRONTERA DEL CORONEL BARALDO

La Historia guarda entre sus pliegues otras historias, menores. Kuka Posse descorre el velo y narra una antigua historia familiar: el encuentro real entre un viejo oficial y su antiguo comandante, el General Roca. A la hora de pedir favores, el curtido soldado no encuentra el valor para afrontar la situación. Como si el peso de la Historia cayera sobre él, irremisiblemente.

  

LA FRONTERA DEL CORONEL BARALDO

El Coronel Baraldo está solo en esta casona otrora imponente del barrio de Belgrano.

Mira sin ver el jardín deshilachado. Hace frio y su ropa no es la más adecuada pero el Coronel Baraldo no se encoje.

El Coronel Baraldo está firme como cuando iba con los oficiales del Estado Mayor del General Roca.

El Coronel Baraldo – o lo poco que queda de él - es reemplazado por este viejo que desperdició su vida y su fortuna en juego y mujeres.

El Coronel Baraldo se acuerda cuando entraba a su casa de Ayacucho y tiraba sobre la mesa la bolsa llena de monedas de oro saqueadas, ensangrentadas por la venta de cientos de indios allá en el sur, cuando según él, Roca puso los cimientos de la Patria. La Patria con mayúsculas, pero la vida toma su revancha y ahora llega inexorablemente.

Se aparta de la ventana y comienza a caminar, tiene que tomar el tranvía que lo dejará en Plaza de Mayo. Ya en la puerta de salida ve a sus nietos pequeños que lo miran con adoración, se sonríe, y uno de ellos le dice:

─ ¡Un beso, papá viejo!  Antes lo hubiera retado porque los varones no piden besos, pero hoy, el Coronel Baraldo está flojo y con una sonrisita le revuelve el pelo.

Su hijo Andrés está en la puerta, le da la mano y le dice:

──Suerte, papá.

Sube al tranvía, la gente lo mira pero a él no le interesa la gente que viaja en el tranvía, él va pensando cómo decir lo que necesita obtener imperiosamente.

La voz del guarda anunciando el fin del recorrido lo trae a la realidad.

Se baja y camina hacia la Casa Rosada, entra y sube al primer piso. El secretario del Presidente lo reconoce y después de saludarlo pregunta qué puede hacer por él y el Coronel Baraldo contesta que tiene cita con el Presidente.

El secretario le pide que aguarde y se adentra en los vericuetos de siempre.

Se sienta y mira el techo, al rato el secretario lo hace pasar y le pide que aguarde. El Coronel Baraldo está demasiado nervioso para sentarse y permanece de pie. La puerta se abre y aparece el General Julio Argentino Roca. El Coronel Baraldo se cuadra pero Roca sonriendo le estrecha la mano y dice:

─ Andrés, qué grata sorpresa, pero ¿a qué has venido? ¿Te puedo ayudar en algo?

El Coronel Baraldo lo mira y ve esa mirada que siempre lo estremeció, por un momento pensó en pedirle el empleo para su hijo pero no pudo. Se irguió alto como era y dijo con su mejor sonrisa:

─Nada, Julio, pasaba por aquí y quería darte un abrazo.

                                                                                           

KUKA POSSE

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