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ECONOMíA

30 de agosto de 2022

Inconsistencias del sector externo de la economía

CLAVES EN UNA PÁGINA

• Nos acercamos al último cuatrimestre del año con las reservas aún escuálidas.

• Las distorsiones de la brecha cambiaria siguen siendo la causa principal de la dificultad para lograr acumular dólares.

• Posiblemente este Gobierno no tenga pensado salir del cepo, pero al menos deberá readecuar su funcionamiento.

• Siguen existiendo riesgos a corto plazo, como eventuales noticias negativas de orden político u otros shocks externos.

• En este informe semanal analizamos los desequilibrios externos, con foco en el intercambio de bienes y en partidas relevantes sobre la posición cambiaria.

• Con enfoque prospectivo, debatimos cursos de acción para tabicar el rojo en la posición de dólares en el corto plazo.

• En relación a las proyecciones 2022, mantenemos los números del informe anterior para todas las variables macro.

• Incorporamos señal de seguimiento en rojo para el dato de inflación, atento a los malos números de alta frecuencia que anticipan la continuidad de una alta inercia de precios para el próximo mes.

• Además, dejamos la marca roja en la hipótesis de crecimiento del PBI, dadas las rigideces productivas que proliferan.

• Por último, quitamos el indicador rojo sobre la proyección de dólar financiero, cuya dinámica se aplacó tras la corrida

 

ESQUIRLAS DE LA GUERRA

El sector externo de la economía argentina está estallado, con saldos comerciales que se fueron agotando hasta desaparecer: en los dos últimos meses el resultado del intercambio de bienes fue negativo. La proyección para el resto del año no parece ser mejor. Una multiplicidad de factores explican la dilapidación del superávit:

• El crecimiento económico, que implica una sensibilidad más que proporcional sobre las importaciones argentinas de bienes.

• La dinámica de precios internacionales, con principal impacto sobre importaciones de energía, en los meses más fríos del año.

• Las distorsiones por la brecha cambiaria que provocan un sesgo anti exportador, dadas las expectativas de devaluación.

Este último punto constituye el laberinto en el cual está metido el Gobierno. Después del restablecimiento del cepo por parte de Macri en 2019, la actual administración procrastinó el diseño de un esquema de salida. En el actual contexto, la debilidad es mayúscula y las posibilidades de relajamiento se reducen. Al fin y al cabo la tentación de trasladar algunos costos políticos al período post 2023 es una manzana prohibida que hoy luce muy atractiva. Todo este contexto determina importaciones que el mes pasado tocaron máximos históricos en la serie desestacionalizada. Pero no es todo efecto precios, como producto de la escalada en los commodities.

Las cantidades importadas también escalaron en combustibles y en el resto de los segmentos. En lo que va del año las importaciones aumentan 20% en cantidad. Alza incompatible con el aumento de la producción.Haciendo doble click en algunos rasgos de la matriz externa, se encuentran particularidades relevantes. Por caso el complejo oleaginoso y cerealero muestra números de exportaciones récord en lo que va de año, medidos en dólares constantes. No obstante, una vez ajustados por efecto precios internacionales este número se achica notoriamente, al nivel mínimo desde el 2013.

Nuevamente, fruto de la segmentación cambiaria el sector agroexportador evita lo más posible pasar por el mercado oficial de cambios dado el contexto de las condiciones existentes. Otra situación anómala ocurre en el comercio con China, que registra cifras máximas tanto en términos de importaciones como de resultado (deficitario) bilateral. Solo en los primeros 7 meses del año las compras a China treparon sobre los U$S 10.000 millones. Semejante cifra de pagos también explica la relevancia del swap entre el Banco Central y el Banco de la República Popular China. Confirmado por el Presidente Pesce que hoy está operativo, su ejecución parcial permite aliviar la salida de dólares a pesar de la fuerte dependencia de los productos del gigante asiático.

En cualquier caso, es imperioso empezar a equilibrar esta balanza bilateral. Sectores estratégicos con alto potencial exportador como el minero, el hidrocarburífero y el de las economías del conocimiento pueden liderar este proceso los próximos años, cuando descomprima la macro. El daño del mercado de cambios es difícil de dimensionar cuando se observan los términos de intercambio actuales, que tocaron máximos históricos durante el primer trimestre. No hay que desesperarse. Es muy probable que este contexto de precios tan favorable se sostenga.

RESERVAS: ¿UN COLADOR?

Hoy las reservas son un colador. Nadie tiene la culpa, y todos la tienen. En las últimas semanas el goteo diario de dólares se fue apagando por efecto de condiciones de clima más favorables. Es esperable que la mejora se profundice hasta virtualmente apagarse. De hecho, el buque regasificador amarrado en Bahía Blanca ya partió hasta otros destinos. No volverá en 2022. Uno de los bloques de partidas que presenta una dinámica más preocupante es la cuenta de servicios. También muestra números en rojo, aunque en este caso viene de antaño; nuestro país suele tener un déficit crónico en el rubro de servicios, producto del peso preponderante que tienen los pagos al exterior en concepto de turismo y (los últimos años) pagos con tarjetas.

Se debatió mucho los últimos meses sobre mecanismos para descomprimir la posición de reservas del Banco Central por la vía de quitar demanda del segmento oficial para rubros vinculados al turismo (o a los servicios). Nada cambió, y a pesar que el viceMinistro lo sugería hace solo un mes, no parece existir viabilidad alguna para aplicar modificaciones delicadas.

Otro concepto que ha sido muy debatido es el Dólar Ahorro. En el último mes se disparó la cantidad de compradores hasta casi un millón y medio, a pesar de las múltiples restricciones operativas para el acceso a personas humanas. En el año la FAE cerrará entre los U$S 1.500 millones y los U$S 2.000 millones. Son cifras muy elevadas para un BCRA debilitado y con tantos pagos básicos postergados. Incluso especulando con el costo político de suprimir este mecanismo, cuesta pensar que sea mayor al riesgo de sufrir una nueva corrida cambiaria.

Un último punto relevante sobre la situación del sector externo tiene que ver con el régimen de importación temporaria de bienes, que en estos meses volvió a ganar peso producto de las condiciones imperantes. Como la mayoría de los productores primarios no quieren comercializar con precio fijado en el corto plazo, las plantas procesadoras de crushing tienen que salir a comprar granos en el exterior para poder seguir operando.

Como el régimen especial de importaciones temporarias les permite liquidar el producto manufacturado hasta dos años después, terminaba abriéndose la posibilidad para una suerte de ‘rulo aduanero’ por tener acceso al dólar oficial para importar pero poder sentarse suficiente tiempo sobre un producto dolarizado. Si bien es posible que esto se corrija en las próximas semanas, no deja de ser otro síntoma de las inconsistencias de un mercado cambiario que cruje, y en el que todo el tiempo surgen oportunidades para arbitrar la brecha, dada la multiplicidad de distorsiones.

El gobierno deberá afrontar el último cuarto del año haciendo equilibrio entre la necesidad de acumular reservas para dar cumplimiento al programa con el FMI, y liberar parcialmente el acceso a dólares a empresas con rigideces cada vez más elevadas para sostener la producción. Sin reformas sistémicas ni plan integral (por el momento), quedará pulir de la mejor manera posible la consistencia macro del sistema de parches. En tal sentido, ayuda la credibilidad que genera el Ministro. No sabemos si alcanza…

 

Fuente: Consultora Sarandi

Twitter: @EconomiaSarandi 

Instagram: @EconomiaSarandi 

 

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