CULTURA
15 de mayo de 2022
El último quirófano
Todavía existe un hombre. Tiene más de una centena de años. Ciento tres, exactamente. Se llama Juan, simplemente Juan, y casi nadie lo recuerda. Juan fue el último paciente, el último ser humano en salir de un quirófano. Si le preguntan, todavía recuerda los insulsos azulejos celestes como lo primero que vio al despertar. Diez días le llevó el poder incorporarse de la incómoda cama blanca de latón. Diez largos días en los que su vida, tan frágil como una hoja pendiendo de un árbol en otoño, permaneció en suspenso bajo la asistencia mecánica de infinitos cables que, cual aterradores tentáculos, lo aferraban a la existencia. En los escasos momentos de delirio medicamentoso, en la blanca luz cialítica pendiente de un único brazo móvil sobre él, se dibujaba el ojo gigantesco y brillante de un dios de múltiples pupilas que, vigilante, guardaba su agonía.
Juan cerró por última vez la puerta de aquella habitación como abandonando un cielo terrenal. Después, el implacable avance tecnológico, aliado por fin con la ciencia, dejó atrás todo ámbito hospitalario dando paso a los estrechos cubículos donde toda intervención pasó a ser ambulatoria.
El tiempo que transcurrió para Juan convirtió en ruinas ese espacio gélido que supo ser la antesala de la muerte tanto como el ancla a la vida.
Maria Isabel Moronta
COMPARTIR:
Notas Relacionadas
Comentarios
19.3°C
Seguinos