El comienzo de enero trae consigo una nueva ronda de aumentos que golpeará de lleno a los bolsillos. Las subas más significativas se darán en las tarifas de energía, especialmente en luz y gas, cuyos cuadros tarifarios reflejarán el retiro de subsidios y un traslado casi pleno de costos a los usuarios. A esto se suma la posibilidad de un incremento en los combustibles, además de ajustes en alquileres, transporte, prepagas y servicios de comunicación.

En el caso de la electricidad, el Gobierno anunciará en las próximas horas los nuevos valores, que implicarían facturas con aumentos cercanos al 75 por ciento para los usuarios sin subsidios. En el gas, el incremento del metro cúbico oscilará entre el 62 y el 81,5 por ciento, dependiendo del nivel de segmentación. Para los usuarios de Nivel 1, el precio final del metro cúbico alcanzará los 259,06 pesos, mientras que los niveles 2 y 3 contarán con un descuento menor al vigente hasta ahora, lo que igualmente se traducirá en boletas más altas.

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Los alquileres también tendrán un fuerte ajuste, con una suba del 36,39 por ciento según el Índice de Contratos de Locación. En transporte, el boleto de colectivos aumentará hasta 4,5 por ciento en el Área Metropolitana de Buenos Aires y el subte pasará de 1.206 a 1.259 pesos. Las empresas de medicina prepaga aplicarán incrementos de hasta 2,9 por ciento, mientras que cable y telefonía podrán subir hasta 4,5 por ciento.

Otro foco de atención está puesto en los combustibles. Si el Gobierno decide no postergar nuevamente el impuesto a los líquidos, desde el 1° de enero se aplicará el aumento total pendiente de 2024 y de los primeros trimestres de 2025. Este escenario tendría un impacto transversal en los costos de transporte y en toda la cadena productiva, con efectos directos sobre los precios finales.

En este contexto, los economistas muestran miradas divididas sobre el rumbo de la inflación en 2026. Algunos sostienen que, pese a los aumentos, la caída del consumo y la retracción de los ingresos limitarán la capacidad de los precios para seguir subiendo. Otros advierten que el peso de las tarifas energéticas y una eventual suba del dólar podrían volver a recalentar el índice de precios.

Especialistas señalan que la inflación enfrenta obstáculos estructurales, como el aumento de tarifas, las altas tasas de interés y la tensión cambiaria. Aunque la desaceleración reciente se explica en gran parte por la caída del consumo, persisten factores de riesgo vinculados al tipo de cambio, las expectativas del mercado y la situación de las reservas.

La mayoría coincide en que el deterioro del poder adquisitivo seguirá marcando el pulso de la economía. Con salarios que no logran recomponerse y una mayor carga de costos trasladada a los usuarios, el escenario para los primeros meses del año se perfila complejo, con menos consumo, más presión sobre los hogares y un impacto directo en la actividad económica.