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8 de diciembre de 2025

Dos años después

Por: Carla Echichure Castro

En mis años de estudiante de Psicología Social aprendí a decodificar las palabras y su intencionalidad, es por eso que de vez en cuando lo hago casi instintivamente.
Hoy pensaba que ser un desalmado es ni más ni menos que aquel que carece de alma, para los que creen en esos 21 g que es el peso que se pierde cuando el cuerpo perece, la partida del alma.
El desalmado es un ser sin alma.

En Argentina se cumplen dos largos años de gobierno, casi régimen, de Javier Milei, un régimen aceptado con el voto, pero régimen al fin.
¡Una calamidad!: aceptación de la violencia institucionalizada, la falta de valores, el insulto permanente, la misoginia, la sobrevaloración de un hombre que apunta sobre el resto y los califica.
Aceptamos la represión a jubilados con total normalidad, a los discapacitados y a los trabajadores, si es que protestan por la pérdida de derechos adquiridos.

Personas que miran al cielo festejando la compra de 24 aviones F-16, adquiridos a un costo de 301 millones de dólares a Dinamarca, que son vetustos y deberán ser reparados por un costo de 200 millones más. Pero la compra significa el guiño de EE.UU. por encima de otras posibilidades de naves más modernas. Mientras tanto, el Ministerio de Defensa —que condujo hasta hace días el actual diputado Petri, sí, el mismo que en las reuniones de gabinete se lanza hacia el presidente y ambos hacen el “abrazo de oso”— deja los salarios más bajos en décadas del personal y una obra social, IOSBA, quebrada.
La pregunta es: ¿son necesarios en el contexto de la realidad argentina? Probablemente sí, pero no más que el aumento al presupuesto de Educación, Salud, carreteras, autopistas y, sin duda, a la emergencia en discapacidad y el aumento negado a los jubilados.

La realidad agotadora es ver cómo aun así todavía un sector de la sociedad ve para arriba, pero nunca hacia el costado, hacia al lado, al otro.
Me atrevería a decir que una gran parte de la sociedad no ve su propia realidad o la acepta casi como una penitencia autoinfligida, con un gran componente de odio inoculado que asumen como propio por figuras de la política.

Lo cierto es que, en pocos meses, casi al término de 2025, vemos crecer los despidos casi como una cotidianidad sin asombro.
Hombres y mujeres, familias que quedan en la calle y no tienen dónde reinsertarse.
Whirlpool Pilar cerró su planta con 200 despidos; Essen en Venado Tuerto contabiliza 40 despidos; Georgalos en Victoria, 600 suspensiones; TN Platex Monte Caseros, 20 despedidos por cierre; Dana San Luis, 50 despedidos por cierre de planta; Newsan Tierra del Fuego, 150 despedidos; WSO La Rioja, 40 despidos; Textilana Mar del Plata, 250 trabajadores suspendidos; Lácteos La Suipachense, 150 despidos.
La histórica Electrolux en Rosario: suspensión de producción, 400 trabajadores; Ulala, 135 despidos.
Mientras tanto, las empresas de seguros suman 1000 despidos en Orbix, La Nueva, más los despidos por goteo en otras empresas.

Esto solo es data de unos días, porque los estatales —incluido el INTI— siguen viendo caer las áreas de trabajo necesarias para el funcionamiento de un Estado día por día y, ante esto, el presidente responde: ¿y? Se pierden empleos, ¿y?
Así de cruel, así de dramático, así de aceptado incluso por los que se quedan en la calle, sus votantes, que observan al salvador que venía solo por la “casta” transformarse en su verdugo.

Si no hay pan, ¡que haya circo! Y de eso tenemos de sobra. Solo basta un acto de la última semana para ejemplificar: la jura de Diputados en la que una Lilia Lemoine, excitada por la presencia presidencial, gritaba como barrabrava a cada uno de los diputados opositores.
La misma que luego declaraba en un programa que “ahora van a saber lo que es el bullying”. Seguramente sea su forma de devolver algún saldo de sufrimiento de su pasado, en el que nada tiene que ver “La Honorable Cámara de Diputados”, a la que ya podríamos retirarle el honor porque se ha llenado de miembros imputados y procesados en causas de narco y lavado, y no piensan renunciar.

No nos olvidamos de que en estos dos años el presidente Milei y su hermana están siendo juzgados aquí y en EE.UU. por la causa LIBRA, una estafa piramidal de criptomonedas internacional por millones de dólares, donde además se suman las dádivas y coimas.

Mucho menos vamos a dejar de seguir la causa ANDIS y la millonaria derivación de coimas sumadas en un 8%, donde el 3% iba directo a las arcas de la Secretaría de Presidencia, Karina Milei, y todo el entramado de laboratorios que se llenaron los bolsillos a costa de los miles de personas con discapacidad que vieron caer sus prestaciones y pensiones, teniendo que justificar sus patologías y siendo calificados como “imbéciles”, “idiotas” en el caso de aquellas personas con síndrome de Down, o la pelea mediática de Milei contra Ian, un niño de 12 años con autismo que recorre los ámbitos políticos concientizando a la sociedad sobre cómo tratarlos y de qué se trata esta patología que es más frecuente de lo que pensábamos.

Entre espiritismo, tarot, innumerables viajes personales, entrega de recursos naturales, de tierras y privatizaciones, más la modalidad del DNU y el veto como método de gobierno, transcurren dos años de un país que solía ser normal y hoy es el asmerreír o la intriga vergonzosa del mundo.

Debemos ser justos y mencionar que la oposición no está a la altura de las circunstancias, dirimiendo temas y midiendo fuerzas mientras sus propios votantes los observan azorados, esperando que reaccionen y conformen una unidad real o al menos confluyan en un mismo proyecto que enmarque como prioridad a la totalidad del pueblo.
Un proyecto donde entren todos, donde no haya excluidos ni despojados y donde los derechos de los trabajadores abandonados por una CGT entreguista sean defendidos y devueltos.

Estamos y seguiremos estando sobreendeudados, con un timbero en el Ministerio de Economía que solo repite las mismas formas del gobierno de Macri, donde nos endeudó la primera vez, solo que ahora con más apoyo y haciendo negocios para el 1% de la población —los que más tienen— y para sí mismo, negocios de los dos lados del mostrador.
Todo muy burdo y obsceno, tanto o menos que el propio Milei.

Carla Echichure Castro

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