CIENCIA Y TECNOLOGíA
13 de noviembre de 2025
Buscan descifrar mecanismos de replicación del virus del dengue para desarrollar estrategias antivirales efectivas

La investigación dirigida por Mehrnoosh Arrar, ganadora de la categoría beca del Premio L’Oréal-UNESCO “Por las Mujeres en la Ciencia” 2025, se centra en dilucidar, a partir de simulaciones computacionales, el funcionamiento de un blanco terapéutico clave.
El dengue es una enfermedad viral transmitida a través de la picadura del mosquito Aedes aegypti. Sus síntomas más frecuentes son fiebre alta, dolor de cabeza, dolores musculares y articulares intensos, náuseas, vómitos y fatiga. El virus causante (virus del dengue o DENV) tiene cuatros serotipos: DENV-1, DENV-2, DENV-3, y DENV-4. Cuando alguien que ha tenido la enfermedad se contagia nuevamente al entrar en contacto con otro serotipo, aumentan las posibilidades de que desarrolle formas graves de la enfermedad, como fiebre hemorrágica. Se estima que alrededor de 390 millones de personas contraen dengue anualmente a nivel mundial, por lo que se ha convertido en un problema importante de salud pública global. Sin embargo, aún no se cuenta con estrategias terapéuticas antivirales efectivas para su tratamiento. Obtener una molécula antiviral que permita frenar la replicación del virus en el organismo de las personas infectadas resulta entonces un problema acuciante, al cual se dedican numerosos grupos de investigación en todo el mundo.
A esta tarea se aboca el equipo que coordina la ganadora de la categoría beca del Premio L’Oréal-UNESCO “Por las Mujeres en la Ciencia” 2025, Mehrnoosh Arrar, investigadora del CONICET en el Instituto de Cálculo Rebeca Cherep de Guber (IC, CONICET-UBA). Arrar y su grupo buscan descifrar, a partir de simulaciones computacionales, aspectos moleculares clave de la maquinaria de replicación del virus del dengue (cómo se replica dentro de una célula infectada). Específicamente se centran en el funcionamiento de una proteína vital para la replicación de este virus, la helicasa NS3. El objetivo es que esto pueda contribuir al desarrollo de estrategias antivirales innovadoras, así como al diseño racional de virus atenuados con potencial uso como vacunas.
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“Nosotros hacemos simulaciones computacionales. Programamos en la computadora leyes de la química y la física para comprender el comportamiento de la helicasa NS3, una proteína fundamental del virus del dengue. El objetivo es tratar de entender las bases moleculares de sus funciones, que sabemos que son múltiples. Es justamente esta multifuncionalidad lo que creemos que lo otorga una importancia crítica en la replicación del virus. Al simular la dinámica de esta helicasa, tratamos de entender la comunicación entre al menos dos de sus sitios funcionales. El objetivo es dilucidar cómo se puede intervenir en esta comunicación, para poder proponer moléculas que puedan servir como drogas antivirales”, explica la investigadora galardonada.
Un interesante blanco terapéutico
Arrar explica que una de las dificultades de diseñar una terapia efectiva contra el virus del dengue es la existencia de cuatro serotipos “porque en realidad es como tener que combatir cuatro virus a la vez”. En este sentido, el equipo trabaja bajo la hipótesis de que los mecanismos que usa la enzima para regular sus múltiples funciones están conservados en los cuatro serotipos, razón por la cual esta proteína representa un interesante blanco terapéutico.
En la fase actual del proyecto el equipo se aboca a dilucidar la comunicación entre dos sitios funcionales de la helicasa NS3. En un segundo tramo de la investigación buscará encontrar sitios de la proteína a los que se puedan unir fármacos que desactiven su funcionamiento y, por lo tanto, detengan la replicación del virus. Finalmente, se chequeará, también a través de métodos computacionales, una librería de posibles moléculas que puedan servir como fármacos para el tratamiento del dengue.
La investigadora destaca que para que el proyecto sea posible es fundamental mantener un diálogo constante con grupos experimentales que puedan poner a prueba las hipótesis resultantes de las simulaciones. “Trabajamos muy estrechamente con los laboratorios de Andrea Gamarnik y de Sergio Kaufman”, destaca Arrar, y agrega que es imprescindible la articulación de un trabajo puramente computacional, como el suyo, con grupos que realicen experimentos tanto con la helicasa recombinante, en un tubo de ensayo, in vitro, como con grupos que estudian el virus en un contexto fisiológico.
“De esta manera, podemos chequear o validar los modelos que estamos usando y comprobar que son adecuados para entender los fenómenos que buscamos comprender. A su vez, podemos testear ciertas predicciones relacionadas tanto con los mecanismos moleculares de la replicación del virus dengue, como con posibles fármacos que puedan intervenir en el funcionamiento de la helicasa”, señala.
Arrar nació en Estados Unidos e hizo su carrera de de grado en Ciencias Químicas en la Universidad de Florida. Tras recibirse, realizó su doctorado en la Universidad de San Diego, California. En 2014 se instaló en la Argentina, con el objetivo de hacer un posdoctorado en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, donde ya había hecho una pasantía de tres meses durante 2008.
“Aquella estadía, durante mi carrera de grado, me generó un enorme impacto. Tenía la sensación de estar rodeada de gente con mucho talento y pensamiento crítico, en un ámbito en el que había discusiones súper interesantes y, sobre todo, muchísima calidad académica. Creo que una de las cosas que me atrajo de Argentina para hacer mi carrera científica acá es la excelencia académica de su comunidad científica”, señala la investigadora. La otra gran razón por la que Arrar se quedó en Argentina son los vínculos humanos que formó en aquella primera estadía y durante los once años que lleva viviendo en el país. “Tengo un marido y dos hijos argentinos. Además, me hice muchas amigas, tanto en el ámbito de la ciencia como en otros espacios.”
La científica del CONICET destaca que le parece muy valioso que exista un premio como el L’Oréal-UNESCO que visibiliza el rol de las mujeres en la ciencia y que ya tiene una continuidad de casi veinte años. “Para mí, en lo personal representa un reconocimiento enorme. Es un premio que yo conocí cuando llegué a Argentina, pero nunca creí que pudiera ganarlo, mucho menos después de tener dos hijos. Para mí esta distinción es algo enorme, porque me parecía que no era sencillo compatibilizar la maternidad con la vida científica reconocida”, concluye la investigadora.
Para ver el video, haga clic en el enlace
Fuente: conicet.gov.ar










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