La salida de Gerardo Werthein del Ministerio de Relaciones Exteriores encendió la tensión en el Gobierno nacional. En la Casa Rosada se desató una ola de enojo al conocerse su renuncia a tan solo cuatro días de las elecciones legislativas, un anuncio que el Ejecutivo esperaba hacer público después del domingo.

Según trascendió, la decisión del canciller ya estaba tomada y había sido comunicada días atrás al presidente Javier Milei. Sin embargo, la filtración de la noticia generó un fuerte malestar entre los principales funcionarios del oficialismo, que sospechan que el propio Werthein habría adelantado la información.

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El ministro saliente deja el cargo en medio de un enfrentamiento interno con Santiago Caputo, el principal asesor del Presidente. En su entorno apuntan al estratega por haberlo responsabilizado de los errores diplomáticos cometidos durante la reunión de Milei con Donald Trump en la Casa Blanca, que derivó en un escándalo internacional.

Del lado de Caputo, en tanto, acusan a Werthein de haber entorpecido las gestiones con el gobierno estadounidense y aseguran que el empresario mantiene vínculos con sectores demócratas, lo que habría generado tensiones con el ala más cercana al trumpismo dentro del Ejecutivo.

La situación se agravó cuando, en plena interna, se conoció que Werthein habría realizado 80 nombramientos en la Cancillería con sueldos elevados antes de presentar la renuncia. En la Casa Rosada adelantaron que revisarán cada una de las designaciones y podrían anularlas.

En paralelo, comenzó la danza de nombres para sucederlo. Entre los posibles reemplazos suenan el exvicepresidente Carlos Ruckauf —quien ya descartó públicamente la posibilidad—, Fulvio Pompeo, Federico Pinedo, y el diputado Fernando Iglesias. También aparecen mencionados Nahuel Sotelo y Guillermo Francos, aunque este último enfrenta resistencias por sus vínculos con China y su reciente disputa con el asesor trumpista Maurice Claver Carone.

Otro de los nombres con mayor aceptación entre los sectores cercanos a Santiago Caputo es el de Alec Oxenford, actual embajador argentino en Estados Unidos. Su perfil empresarial y su relación directa con Washington lo posicionan como uno de los favoritos.

Incluso, una versión que comenzó a circular en las últimas horas sugiere que el propio Santiago Caputo podría asumir al frente de la Cancillería. “Es una posibilidad que sorprende a todos, pero le permitiría estar en el gabinete, viajar y tener visibilidad sin asumir grandes responsabilidades políticas”, confió una fuente del Ministerio de Relaciones Exteriores.

Así, a pocas horas de una elección clave, el Gobierno enfrenta una nueva crisis interna que combina enojo, acusaciones cruzadas y una intensa disputa por el control de la política exterior.