Ozzy Osbourne, ícono absoluto del heavy metal y fundador de Black Sabbath, murió este martes a los 75 años, según confirmó su familia en un comunicado: “Con una tristeza mayor de la que las palabras pueden expresar, debemos informar que nuestro querido Ozzy Osbourne falleció esta mañana. Estuvo acompañado de su familia y rodeado de amor. Pedimos a todos que respeten la privacidad de nuestra familia en este momento”.

La noticia se conoció poco después de su última aparición pública en Villa Park, Birmingham, donde compartió escenario con Geezer Butler, Tony Iommi y Bill Ward en un concierto histórico que reunió a figuras del rock y el metal. Durante esa noche, Osbourne interpretó cinco canciones, sonrió ante miles de fanáticos e incluso presenció la propuesta de casamiento de Sid Wilson a su hija Kelly. Esa presentación fue promocionada como “el mayor espectáculo de heavy metal de la historia” y marcó el cierre simbólico de su carrera.

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Había anunciado su retiro definitivo en 2020 tras revelar su diagnóstico de Parkinson. “No podemos seguir fingiendo que las giras son viables”, había dicho entonces, aunque dejó en claro que no se despedía de la música, solo de los escenarios.

Nacido en 1948 como John Michael Osbourne, creció en Birmingham y tuvo una juventud marcada por trabajos esporádicos, pequeños delitos y dos meses de prisión. Fue la música —y en particular los Beatles— lo que lo encaminó hacia su destino. En 1967 formó su primer grupo con Geezer Butler, y poco después, junto a Tony Iommi y Bill Ward, nació Black Sabbath, una banda que cambiaría para siempre el sonido del rock. Su debut homónimo de 1970 y canciones como “Paranoid” y “Iron Man” convirtieron a la banda en un fenómeno global.

Ozzy fue expulsado del grupo en 1978 por problemas con las adicciones. Ese mismo año inició una nueva etapa de su vida junto a Sharon Arden, quien se convirtió en su mánager, esposa y figura clave de su resurrección artística. En 1980 lanzó Blizzard of Ozz, disco debut solista que contenía “Crazy Train” y lo catapultó de nuevo al estrellato, ahora con una imagen aún más extrema, entre la teatralidad macabra y la provocación, como la célebre escena en la que mordió la cabeza de un murciélago en pleno show.

En los años noventa, tras una breve retirada, regresó con el festival Ozzfest y volvió a reunir a Black Sabbath en 1999. El grupo ganó el Grammy por “Iron Man” y más tarde repitió el galardón en 2013 con “God Is Dead?”, del disco 13. En paralelo, su familia alcanzó una popularidad inesperada con The Osbournes, el reality de MTV que rompió récords de audiencia y acercó su figura a nuevas generaciones.

Con más de medio siglo de trayectoria, Osbourne atravesó la oscuridad y el éxito, dejando una marca única en la historia de la música. Su muerte cierra una era, pero su voz, su irreverencia y su legado seguirán encendiendo los parlantes del mundo.